María Victoria Atencia, poeta española nacida en Málaga en 1931, es una de las voces más destacadas de la Generación del 50. Sus versos reflejan una delicadeza y sensibilidad que exploran la condición humana y los matices del alma. A través de su poesía, la autora nos adentra en paisajes íntimos, evocando emociones y sentimientos universales con una elegancia única. Sus obras, caracterizadas por una cuidada forma y un profundo lirismo, nos invitan a reflexionar sobre la vida, el tiempo y la memoria. Los poemas de María Victoria Atencia son una invitación a sumergirse en el poder transformador de la palabra poética.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Emboscada»
En el vergel de sueños ocultos,
donde yace el rincón escondido,
la vida danza al compás del tiempo,
una emboscada de emociones se revela.
Entre jardines de versos serenos,
la pluma se atreve a descubrir,
la esencia misma del sentimiento,
en palabras que fluyen y hacen vibrar.
Susurros del alma, secretos compartidos,
en cada rincón de este cuaderno interior,
donde la tinta se funde con los latidos,
y el corazón despierta su voz interior.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Cuaderno de campo»
En el pergamino del universo abierto,
los versos florecen como semillas,
poesía que germina en cada verso,
el campo se llena de magia y maravillas.
En hojas de papel, las estaciones viven,
primaveras de tinta, otoños de nostalgia,
el cuaderno guarda lo que el corazón dice,
y el alma vuela libre como ave en ala.
Entre las líneas, la vida florece,
cada palabra es un paisaje en la memoria,
como un lienzo blanco que se engrandece,
el alma se desnuda en su más pura gloria.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Después de tantos años»
Después de tantos años, el tiempo se detiene,
y en el espejo del pasado nos encontramos,
evocando recuerdos que el corazón sostiene,
el presente se funde con lo que amamos.
En las huellas del camino recorrido,
descubrimos que el ayer nunca se va del todo,
es un eco que se queda en lo vivido,
una melodía en el alma que nunca se agota.
Los días se entrelazan como hilos invisibles,
en el tejido de la vida que va creciendo,
el ayer y el hoy son como dos ríos sensibles,
que confluyen en el mar del tiempo eterno.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «En el borde del mundo»
En el borde del mundo, donde el horizonte abraza,
y el mar y el cielo se unen en un solo lienzo,
el alma vuela como gaviota audaz,
en la inmensidad de lo desconocido y extenso.
El sol se despide en un ocaso de fuego,
y la noche se tiñe de misterio y lucidez,
en el borde del mundo, el tiempo es ciego,
y el alma se sumerge en su propia sencillez.
La brisa susurra secretos al oído,
historias de vidas que se encuentran y separan,
en el borde del mundo, el tiempo es un nido,
donde los sueños y los anhelos se amparan.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Espejo de dos lunas»
En el espejo de dos lunas que se encuentran,
reflejos de almas que se buscan en la distancia,
dos universos que en un abrazo se entrelazan,
como dos amantes que se aman con constancia.
En la penumbra del reflejo se dibujan,
los destellos de un amor que siempre perdura,
dos corazones que en la noche se susurran,
versos de pasión que el tiempo no censura.
Dos lunas que se miran con ternura y celo,
en el espejo del alma que las une,
dos almas gemelas en un mismo vuelo,
donde el amor florece y se asume.
En el espejo de dos lunas, el destino se revela,
y el universo celebra esta alquimia pura,
dos seres que se encuentran en la senda bella,
donde el amor es eterno y perdura.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «La fuente»
En la fuente de la vida, el agua canta,
susurrando melodías de esperanza y calma,
refrescando el alma sedienta y santa,
en un fluir constante que nunca se acaba.
El manantial de sueños se despliega,
como un arco iris en el cielo del sentir,
la fuente es un espejo donde el alma juega,
reflejando anhelos que buscan surgir.
Las aguas cristalinas traen consuelo,
y en cada gota, el universo se expande,
la fuente es el corazón del suelo,
que riega de amor la tierra y la grandeza.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «La novia del viento»
La novia del viento danza en los campos,
acariciando las flores con suavidad,
en sus brazos lleva suspiros y cantos,
una melodía etérea llena de libertad.
Sus cabellos son hebras de brisa suelta,
y sus ojos son dos estrellas en el cielo,
la novia del viento, en su danza exquisita,
es el alma que vuela y se desvela en vuelo.
En su mirada, los sueños se hacen alas,
y en su risa, se escucha el canto del destino,
la novia del viento no conoce de balas,
es la paz y la belleza en un solo camino.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Nada está en su sitio»
Nada está en su sitio en este vaivén,
el mundo gira y cambia en su albedrío,
la vida es un constante renacer también,
en el fluir del tiempo, todo es un desafío.
Las estaciones danzan en su ritmo eterno,
los ciclos se repiten en el cosmos infinito,
nada está en su sitio, pero hay un invierno,
donde el alma halla paz y se cobija en el manto bendito.
Los corazones se entrelazan como hilos dorados,
y en el caos aparente, hallamos nuestro sitio,
la vida es un camino lleno de trazos delicados,
donde cada paso es un verso que escribimos.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Nocturno de los ángeles custodios»
En la noche profunda, los ángeles custodian,
nuestros sueños y anhelos en su abrazo divino,
son seres celestiales que el amor otorgan,
protegiendo al alma en su vuelo peregrino.
En la penumbra, la luna los ilumina,
mientras en silencio cuidan nuestro descanso,
el nocturno de los ángeles es una esquina,
donde el cielo y la tierra se unen en un abrazo.
En el manto de estrellas, sus alas se despliegan,
como un manto sagrado que todo lo cubre,
el corazón se reconforta, las penas se allegan,
y en la paz de la noche, el alma se submerge.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Réquiem habanero por Fidel»
En la Habana de nostalgias y añoranzas,
donde el tiempo tejió historias sin fin,
un réquiem por Fidel, con voces danzas,
la isla llora su partida, su destino en raíz.
Sus huellas quedan impresas en la historia,
un líder que marcó un rumbo singular,
en cada esquina, florece su memoria,
la patria entera lo abraza, sin cesar.
En el Malecón, las olas suspiran,
y en la brisa se escucha su nombre al viento,
un réquiem habanero, donde el alma gira,
recordando al Comandante, fiel y atento.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Ronda del olvido»
En la ronda del olvido, los recuerdos fluyen,
como un río sereno que va llevándose el ayer,
en la danza de la vida, los sueños se diluyen,
y el tiempo abraza la nostalgia en su correr.
Las memorias se entrelazan en la rueda eterna,
y el corazón busca respuestas en el pasar,
en la ronda del olvido, cada alma aprende y aprende,
que es en el olvido, donde nace el nuevo amar.
Noche tras noche, el baile sigue su curso,
y en cada giro, el pasado se desvanece,
en la ronda del olvido, el alma halla su discurso,
un renacer constante que al corazón enriquece.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Una brizna de hierba»
En la vastedad del prado, una brizna de hierba,
se alza humilde y valiente, en su sencillez,
es un canto silente de la naturaleza acerba,
que con su fragilidad, nos enseña la grandeza.
Entre las piedras y la tierra, se erige con bravura,
una brizna de hierba, símbolo de resistencia,
en su verde resplandor, la vida perdura,
y nos recuerda que todo tiene su esencia.
La brizna de hierba se yergue en la llanura,
un eco de esperanza, en la inmensidad,
es un llamado a la unión y la ternura,
la naturaleza es maestra, en su sabiduría sin igual.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Venecia»
En Venecia, las góndolas surcan los canales,
como suspiros que flotan en el aire salino,
la ciudad de los enamorados, donde los ríos son portales,
y cada callejón es un laberinto divino.
Los puentes se alzan como lazos encantados,
y en el Gran Canal, el atardecer se viste de oro,
Venecia es un sueño que se queda grabado,
en el corazón viajero, como un tesoro.
Los palacios y las plazas cuentan historias,
de un esplendor pasado y un presente mágico,
en Venecia, la belleza alcanza glorias,
que en el alma del viajero quedan impresas, en símbolo simbólico.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «El cuerpo y la voz»
En el cuerpo y la voz se encuentran los secretos,
que el alma anhela revelar con su poder,
la piel habla en susurros, en gestos discretos,
y el corazón en cada latido da su ser.
En el cuerpo y la voz se funden los sentimientos,
como un lienzo donde el alma pinta su verdad,
la voz es el eco de los sueños y cimientos,
y el cuerpo, la morada donde habita la realidad.
En el abrazo cálido, la voz se acurruca,
y el cuerpo canta melodías de amor y pasión,
en la danza del encuentro, el alma se busca,
en el cuerpo y la voz, se expresa la comunicación.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «En el margen»
En el margen de la vida, los sueños se dibujan,
como versos que fluyen en el río de la existencia,
entre sombras y luces, las emociones surgen,
en el margen de la vida, buscamos nuestra esencia.
Los días transcurren como hojas al viento,
y en el margen de la vida, buscamos sentido,
somos viajeros en busca de un aliento,
que nos impulse a vivir con corazón atrevido.
En el margen de la vida, la esperanza brilla,
y el futuro se tiñe de esperanza y desafío,
cada paso es un verso que el alma destila,
en la eterna danza del ser y el serío.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Todavía»
Todavía en cada instante, la vida florece,
como un jardín que se renueva con el alba,
en el corazón, el amor no envejece,
y en cada latido, el alma se embalsama.
Todavía en los días que se suceden,
los sueños persisten como estrellas en el cielo,
en el rincón del alma, la esperanza se mantiene,
como un faro que guía en el sendero.
Todavía en la risa de los niños,
la inocencia ilumina con su luz dorada,
en cada ciclo, en cada nuevo comienzo,
la vida se reinventa, es una eterna alborada.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «El vuelo de las mariposas»
En el jardín de la vida, mariposas vuelan,
con alas de colores, un ballet celestial,
mensajeras del alma que en su vuelo abrigan,
en su suave danza, llevan un mensaje universal.
Bailan entre las flores con gracia y soltura,
como notas musicales en el pentagrama del cielo,
cada aleteo es un verso que perdura,
un poema en movimiento, un canto sincero.
Sus colores brillantes como joyas centelleantes,
pintan arcoíris en el lienzo del horizonte,
en el vuelo de las mariposas, amores errantes,
buscan el néctar de la vida, su destino en la fonte.
En el vaivén del viento, son poesía en movimiento,
un suspiro que acaricia la naturaleza,
en el vuelo de las mariposas, el alma siente,
la magia del instante, la eternidad que empieza.
Cada mariposa es un verso, una melodía sin igual,
que baila en el pentagrama de la existencia,
en el jardín de la vida, su vuelo es un ritual,
un poema de amor, una bella consecuencia.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Sueños de papel»
Sueños de papel flotan libres al viento,
en letras y palabras que al alma elevan,
con cada verso, el corazón es aliento,
en hojas blancas, la esperanza se atreve.
Las palabras son pinceles que pintan emociones,
crean paisajes mágicos en la imaginación,
en el lienzo del papel, surgen revelaciones,
un mundo de posibilidades, un vasto edén.
Los sueños toman forma con tinta y papel,
como aves que vuelan hacia el firmamento,
en cada palabra, una historia que devela,
los anhelos ocultos, el pensamiento.
Los versos son brújulas que guían el camino,
en la travesía de la vida, una guía fiel,
en los sueños de papel, el alma encuentra el sino,
y con cada verso, es la libertad quien canta su laurel.
Cada poema es un viaje, una travesía mágica,
que lleva al corazón a territorios inexplorados,
los sueños de papel, una sinfonía dramática,
que en la partitura de la vida, deja versos consagrados.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «Amanecer de esperanza»
En el amanecer de esperanza, el sol surge,
una sinfonía de colores que despierta el día,
en el cielo, la aurora es un lienzo que urge,
a soñar despiertos, a encontrar la armonía.
Los pájaros entonan su canción matutina,
como notas musicales en el pentagrama del alba,
el amanecer de esperanza es una danza divina,
que en el alma despierta la emoción y el alza.
El horizonte se tiñe de tonos dorados,
como una paleta de artistas celestiales,
en el amanecer de esperanza, los sueños alados,
despliegan sus alas, vuelan libres y alegres.
En cada rayo de luz, se esconde un nuevo comienzo,
un lienzo en blanco que el destino nos ofrece,
el amanecer de esperanza es un verso intenso,
que en el corazón se graba y nunca desaparece.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «El susurro del bosque»
En el bosque, el silencio se llena de murmullos,
hojas susurran al compás del viento,
el alma se abraza con los encantos ocultos,
en la calma del bosque, encuentra aliento.
Los árboles son testigos de historias entrelazadas,
que se tejen con hilos de tiempo y esperanza,
en el susurro del bosque, el corazón encuentra paz,
y la naturaleza revela su eterna danza.
El canto de los pájaros es una sinfonía de armonía,
que envuelve al alma con melodías celestiales,
en el susurro del bosque, la vida florece en poesía,
un verso que se escribe con el murmullo de los mangles.
El viento susurra secretos en cada hoja,
mensajes del universo, susurros del alma,
en el susurro del bosque, el espíritu se aloja,
y en la comunión con la naturaleza, el alma se calma.
En el abrazo de la naturaleza, el ser se renueva,
y en el susurro del bosque, se encuentra el sentido,
un encuentro con lo eterno, una alquimia que se cueva,
en el murmullo del bosque, el alma se encuentra consigo.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «A la luz de la luna»
A la luz de la luna, los sueños florecen,
como flores nocturnas que abren su esencia,
en la penumbra, el alma se engrandece,
y en cada rayo lunar, encuentra su presencia.
La luna es un faro que guía el camino,
en la noche oscura, una luz que desvela,
a la luz de la luna, el corazón se funde con el destino,
y en el cielo estrellado, la esperanza vuela.
Los suspiros de la noche son versos callados,
que se entrelazan con el murmullo del viento,
a la luz de la luna, los pensamientos son elevados,
y en el abrazo nocturno, se siente el aliento.
La luna es testigo de secretos guardados,
en su brillo plateado, los sueños se despiertan,
a la luz de la luna, los corazones enamorados,
bailan en el firmamento, donde la pasión concierta.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «El jardín de los recuerdos»
En el jardín de los recuerdos, las flores hablan,
con pétalos de momentos que nunca se olvidan,
el alma se pasea entre colores que ensamblan,
la belleza del pasado que en el corazón anidan.
Cada rosal es un recuerdo que florece,
con fragancias que traen nostalgias y alegrías,
en el jardín de los recuerdos, el alma agradece,
por los momentos vividos, por las almas compañías.
Las risas y las lágrimas se entretejen en el césped,
en un manto de experiencias que forman parte del ser,
el jardín de los recuerdos es un lienzo en relieve,
donde cada instante es un cuadro que no deja de crecer.
El tiempo es un jardinero que cultiva las memorias,
con esmero y cariño, cada flor va sembrando,
en el jardín de los recuerdos, el alma se reconforta,
y en cada flor que florece, un instante se va quedando.
Inspirado en poemas de María Victoria Atencia – «El baile de las estaciones»
En el baile de las estaciones, la naturaleza se transforma,
como un ballet divino que cambia con el tiempo,
las estaciones son danzantes que el universo conforma,
y en cada paso, la vida fluye en movimiento.
El invierno llega con su manto blanco y frío,
los árboles se visten de nieve y pureza,
en el baile de las estaciones, el corazón se enfría,
pero en la calidez del hogar, encuentra su certeza.
La primavera es un vals de flores y colores,
en el jardín del mundo, la vida se renueva,
en el baile de las estaciones, la esperanza florece,
y en cada brote, el alma encuentra su musa nueva.
El verano llega con su danza ardiente,
los días se alargan, el sol es un incandescente,
en el baile de las estaciones, el alma es valiente,
y en cada rayo, siente que el amor es su ingrediente.
El otoño es un vals melancólico y dorado,
los árboles se visten de tonos ocres y dorados,
en el baile de las estaciones, el alma se ha templado,
y en cada hoja que cae, siente que ha sido amado.
La naturaleza es una orquesta que nunca se detiene,
en el baile de las estaciones, la vida se eterniza,
y en cada giro, el alma comprende y sostiene,
que cada cambio es un regalo, una bella sorpresa.