Luis Feria, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1927 y fallecido en 1998, fue un destacado poeta perteneciente a la Generación del 50, compartiendo reconocimiento con figuras como Claudio Rodríguez y Antonio Gamoneda. Tras residir en Madrid durante 15 años, en 1978 regresó a su isla natal, donde se recluyó en su hogar. Trágicamente, fue hallado sin vida dos semanas después de su fallecimiento. Su talento literario fue reconocido con el prestigioso premio Adonais de poesía en 1961 y el Premio Canarias de Literatura. Además de su poesía, Luis Feria incursionó en la escritura de microrrelatos, plasmando experiencias de su infancia y prosa poética en obras como «Dinde» y «Más que el mar», ambas muy apreciadas por la crítica.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «Llamadlo sólo agua»
Llamadlo solo agua,
libre
de efímeros nombres pasajeros,
una corriente etérea que fluye sin cesar,
un océano de misterio y serenidad.
Dejadle que prosiga
su lento fluir ensimismado,
recorriendo valles y montañas,
nutriendo la vida en su camino.
Que sea un espejo cristalino,
reflejando el sol y las estrellas,
acogiendo a las aves en su danza,
serenando los corazones y las almas.
Un manantial de esperanza y pureza,
donde las penas encuentran consuelo,
y los sueños navegan sin rumbo fijo,
hasta alcanzar la orilla de lo posible.
Llamadlo solo agua,
pues en su esencia encuentra el alma,
una conexión eterna con la naturaleza,
una danza etérea de vida y calma.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «LAS PALABRAS»
Las palabras están vivas, y por lo tanto traicionan;
lo que expresan hoy como verdadero y puro,
mañana es falso y está muerto,
pues son reflejo de la fugacidad del tiempo.
Acaso no debiéramos escribir nunca más
sobre el papel,
pues las palabras son
más grandes que la vida,
y como a ellas tendríamos
que alzarlas con el alma,
hasta que llegue el día en que el sol las consuma.
Las palabras siempre son más vastas que los labios,
mayores que la ausencia y que la difamación,
pues encierran universos enteros,
y en cada esquina, esconden un rincón del corazón.
Quizás debamos siempre escribir en el viento,
para que el sol en los cielos las incendie un momento,
y luego las devuelva a la nada,
al silencio
y al polvo,
donde aguarden nuevas formas y significados,
para renacer y reinventarse en cada jornada.
Integremos las palabras a la noche,
y a su germen,
para que florezcan en los sueños,
y se conviertan en destellos de luz,
guiando a los perdidos en la oscuridad,
y regalando poesía a los corazones en quietud.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «EL POEMA»
Ramo de sueños, arpón en el pecho, lengua que alimentaba el corazón voraz.
Su linaje apasionado nos arrojó a la existencia,
ni el amor ni el mar se someten,
pues en su esencia hallan la libertad y la magnificencia.
Rosa fiel que el tiempo no ha secado,
más que el celo, nunca menor que la ausencia,
sudor o sangre, o vida, o tierra, o muerte;
nunca nos faltes; el hueco de tu ausencia huele a miedo,
y la esperanza se disuelve en la sombra del olvido.
No menor que el vacío,
pues en su ausencia se desvanece la vida,
y el alma yace en la inmensidad de lo incierto,
buscando entre las palabras la razón de su existir.
Así, el poema se convierte en un refugio,
donde los sueños y las realidades se entrelazan,
y la nostalgia se hace eco en cada verso,
mientras las palabras danzan en el papel,
tejiendo un lienzo de emociones y memorias.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «POETA ANÓNIMO»
Desconozco quién eras; tal vez fui yo mismo;
fui multitud alguna vez,
recorriendo caminos de pasados y futuros,
entrelazando versos con las estrellas y la luna,
en un baile eterno de letras y melodías.
Al leerme me encuentro,
en cada palabra y en cada silencio,
en la esencia de cada verso y cada rima,
soy el poeta y el lector,
el sueño y la realidad,
el pasado y el presente,
la voz que resuena en el alma y el corazón.
En la rueda del tiempo vuelvo a ser,
un poeta anónimo, un navegante del viento,
un arquitecto de mundos y emociones,
que con cada palabra tejía su destino,
entre el polvo de las letras y los sueños infinitos.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «A LA LENTA CAÍDA DE LA TARDE»
A la pausada caída de la tarde,
amar la vida intensamente es todo,
el destino del ser que respira,
la oportunidad de abrazar el presente,
de sentir el latir del corazón,
y contemplar el esplendor de la naturaleza.
Elevar la mano y abrazar el cielo,
fundirse con la inmensidad del universo,
ser uno con el viento y las nubes,
dejar que el alma vuele libre,
mientras el sol se sumerge en el horizonte.
El crepúsculo, testigo de mil historias,
de amores que nacen y amores que mueren,
de sueños que se desvanecen y sueños que florecen,
la lenta caída de la tarde, una invitación a la reflexión,
a valorar cada instante como un regalo divino.
Destino de la luz, nunca te agotes,
ilumina nuestros días con tu resplandor,
guíanos en la oscuridad de la incertidumbre,
y danos la fuerza para seguir adelante,
hasta que la noche se despierte,
y el amanecer vuelva a acariciar el horizonte.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «UN AMOR»
Si sientes un aroma que persiste en el aire,
súmelo en ti, adéntralo en tu pecho;
un amor nunca acaba; se recobra,
es como un río que fluye eternamente.
Un amor: un dolor;
agradece: pervives,
cada lágrima derramada es un lazo eterno,
que une los corazones en el infinito.
Así, el amor se expande en el universo,
tejiendo una red de emociones y afectos,
sus hilos invisibles conectan las almas,
a través del tiempo y del espacio.
Un amor que trasciende fronteras y barreras,
que desafía las leyes de la razón,
una fuerza imparable que nos impulsa,
a amar con intensidad y pasión.
Un amor que se alimenta de los sueños,
de las miradas cómplices y las sonrisas,
que se nutre de la esperanza y la entrega,
y se fortalece con cada nuevo día.
En cada latido, en cada aliento,
el amor palpita en nuestras venas,
un fuego ardiente que nunca se apaga,
una llama eterna que nos ilumina.
Un amor que se renueva en cada encuentro,
que perdura en la memoria y el corazón,
un lazo indestructible que nos une,
más allá del tiempo y la distancia.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «BAJO LOS ÁLAMOS»
Pues fue en vano el dolor,
cargando con culpas ajenas e inocentes,
si sientes que la brisa que susurra entre los álamos
es un eco de paz y esperanza.
Los álamos se yerguen orgullosos,
testigos silenciosos del devenir del tiempo,
sus hojas danzan al compás del viento,
como un susurro de vida en la naturaleza.
Bajo su sombra, encuentro refugio,
me envuelve una sensación de calma,
como si el mundo se detuviera un instante,
y pudiera hallar consuelo en el silencio.
El sol se cuela entre las ramas,
pintando un lienzo dorado en el suelo,
una alfombra de luz que invita a caminar,
entre los sueños y la realidad.
Los álamos me hablan en su lenguaje secreto,
me susurran historias antiguas,
me invitan a descubrir los misterios de la vida,
a encontrar respuestas en el eco del viento.
Así, bajo los álamos, encuentro paz,
me dejo llevar por su abrazo sereno,
y en cada hoja que cae, veo un nuevo comienzo,
un renacer que se repite una y otra vez.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «LUNA clara por el aire limpio»
Luna clara por el aire limpio,
testigo silente de mil historias,
en tus reflejos encuentro consuelo,
un espejo que refleja mi alma.
Bajo tu luz plateada,
las sombras se disipan,
y el mundo se viste de magia,
como un sueño que se despliega ante mis ojos.
La inocencia es posible en tu abrazo,
me envuelves con tu manto de paz,
y en cada rayo de luz que desprendes,
encuentro un destello de eternidad.
Canta la alondra alto; vuelos.
Calla y aprende, vida. Y dime,
¿cuál es el secreto de tu resplandor?,
¿qué misterios escondes en tu interior?
La luna y yo, cómplices en la noche,
nos contamos secretos en silencio,
y en cada fase que atraviesas,
veo reflejadas las etapas de mi vida.
Canto a la luna, mi confidente fiel,
que con su luz me acompaña en la oscuridad,
una luz que trasciende el tiempo y el espacio,
una guía en mi camino hacia la verdad.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «CANARIO»
Cuidado, canarito, que te tragas el sol,
con tu plumaje dorado como el oro,
tu canto es un bálsamo para el alma,
una sinfonía de vida y esperanza.
Ahora te dará la parálisis,
todo el día amarillo, echado, sin moverte,
tu canto se tornará en silencio,
y en tu mirada brillará la melancolía.
La farmacia de guardia, qué desgracia,
buscarán la cura para tu malestar,
pero el amor será tu medicina,
la pasión por vivir será tu fuerza.
Si fuera ictericia,
tu plumaje perdería su brillo,
pero aún así, serías un sol en el cielo,
iluminando con tu luz el mundo entero.
Abre el pico, la fiebre, mira la lengua,
expresa tus sentimientos sin temor,
que los canarios también tienen emociones,
y sus trinos son un canto de libertad.
Sufre, pajarito, sufre y no llores,
que las penas son parte de la vida,
pero en tu vuelo encontrarás la alegría,
y cantarás con fuerza en la mañana.
Un canario valiente y audaz,
que desafía las adversidades,
con su canto alegre y melodioso,
nos recuerda la belleza de la existencia.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «COCINA»
Una vez más, sin razón, azúcar, dientes bellos,
aprontas a mis huesos tu rescoldo, mi infancia,
me llevas de la mano al mantel orfanante,
donde las sombras de los recuerdos danzan.
Para qué, pues que el niño ha muerto,
el padre dónde, dónde,
sus espejuelos truncos, su clara dioptría,
se perdieron en el tiempo, en el olvido.
Alpiste macareño, lumbre púas de oro,
no cantéis nanas tristes;
sal siemprenieve, agua madre oca,
a qué acordarnos de lo que se fue.
Si en guerras y en amores siempre se pierde,
aprendamos a vivir sin temor,
y en cada bocado que probemos,
descubramos un nuevo sabor.
Ahora, sin llorar, muy niños en silencio,
estémonos aquí, igual que entonces,
sin mentirnos, qué solos estamos,
en este rincón de la memoria.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «LAS BUGANVILLAS»
Quien esgrimió el puñal contó con ellas,
nacieron de reyertas y heridas,
y su sangre profusa, al enramarse,
negó el vacío, aceptó el espacio.
Llenaron la tiniebla, la soledad, el hastío,
de una fiebre violenta, que al ir contra la muerte,
nos hizo invulnerables,
y en cada pétalo encontramos la fuerza.
Sus ramas enredadas se opusieron al rigor de la rosa,
no se doblegaron ante la adversidad,
su espinoso abrazo nos protegió,
y en su belleza encontramos consuelo.
Día a día velábamos sus armas,
sus púas nos punzaron, pero también nos protegieron,
tan rojas como ellas nuestra sangre,
y en cada herida encontramos la valentía.
En las buganvillas encontramos el refugio,
el reflejo de la lucha interior,
la fuerza para seguir adelante,
y en su esplendor descubrimos la belleza de la vida.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «Conciencia»
Conciencia,
palabra que abraza mil significados,
reflejo del alma y sus luchas internas,
la voz silente que nos guía en la vida.
Somos marionetas del tiempo,
espectadores del cosmos en movimiento,
conciencia encarnada, eterno despertar,
donde el ser se funde con la existencia.
Asoma el amor en su más pura esencia,
batalla entre luces y sombras,
un grito de esperanza en la penumbra,
la fuerza interna que nos eleva al infinito.
Conciencia, testigo de nuestras acciones,
faro en la noche oscura,
eco de nuestros pensamientos más profundos,
mapa que traza nuestro destino.
En los abismos de la mente,
donde el ser se descubre a sí mismo,
la conciencia florece como una flor,
una llamarada de lucidez y esplendor.
Así, en cada latido, se entrelazan los hilos,
conciencia y vida en perfecta comunión,
marcando el camino hacia la plenitud,
la danza eterna del ser y su conciencia.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «EL MAR»
He llegado hasta las orillas del mar; aquí he acumulado
tantas desilusiones, tantas esperanzas vanas,
unido al eterno movimiento, a su inmensidad estrellada,
a la de tantos niños que nunca llegaron a nacer,
y en las profundidades del agua aguardan las palabras
de un levántate y anda de un inmortal creador.
Sobre la arena mojada reposo todo lo que he sido,
le agrego mi melancolía, mis preguntas llenas de ira,
como un soldado solitario que, tras la guerra,
sobrevive y cuestiona el propósito de la sangre derramada,
y llora sobre el pecho en silencio
de algún compañero caído que ya no puede responder.
El mar, testigo de tantos anhelos y pesares,
me recibe con sus olas abrazadoras,
acoge mis lágrimas saladas,
las mezcla con su salinidad,
y en sus corrientes lleva mis pensamientos,
hasta perderse en el horizonte infinito.
El eco del mar susurra secretos ancestrales,
historias de navegantes intrépidos y soñadores,
que buscaron en sus aguas respuestas y tesoros,
dejando un legado de valentía y esperanza.
El vaivén de las olas me envuelve en su danza,
me invita a sumergirme en su misterio,
a perderme en su vastedad azul,
a descubrir lo más profundo de mi ser.
El mar, símbolo de libertad y serenidad,
refugio de almas inquietas y corazones rotos,
espejo de nuestra esencia y nuestras emociones,
donde encuentro la calma y la fuerza para seguir adelante.
Así, junto al mar, me siento vivo y eterno,
parte de la inmensidad del universo,
conectado a todos los seres y todas las almas,
en este eterno movimiento, en esta danza cósmica.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «EL VIENTO»
He venido hasta el viento; aquí he encontrado
tanta libertad, tanta inquietud en vuelo,
unido al eterno soplo que atraviesa valles y montañas,
a su danza desenfrenada que acaricia la piel
y susurra secretos en las hojas de los árboles.
El viento, mensajero de los sueños y los anhelos,
me envuelve en su abrazo invisible,
me invita a volar con él hacia lo desconocido,
a dejar atrás las ataduras y las cadenas,
a ser libre como las aves que cruzan el cielo azul.
En cada ráfaga, encuentro la fuerza del viento,
que despeina mis cabellos y acaricia mi rostro,
una fuerza indomable que desafía los obstáculos,
que mueve las velas de los barcos en el mar,
y lleva las semillas a nuevos horizontes.
El viento, bailarín etéreo en el paisaje,
me enseña a fluir con la vida como él lo hace,
a seguir mi propio rumbo sin miedo,
a dejarme llevar por los impulsos del corazón,
a ser como el viento, siempre en movimiento.
Así, junto al viento, me siento libre y ligero,
parte de su danza efímera y eterna,
uniendo mi esencia con la del universo,
en este eterno soplo que nos une a todos,
en esta danza cósmica que nunca se detiene.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «LA NOCHE»
He llegado hasta la noche; aquí he descubierto
tanta oscuridad, tanta luz escondida,
unido al eterno misterio que se despliega en su velo,
a su manto estrellado que ilumina el firmamento,
y en su abrazo silente encuentro la paz.
La noche, cuna de sueños y fantasías,
me envuelve en su misterio y su magia,
me invita a cerrar los ojos y dejarme llevar
por los susurros del viento y los cantos de los grillos,
a sumergirme en la quietud y el silencio.
En cada estrella, encuentro un destello de esperanza,
un guiño del universo que me invita a soñar,
a imaginar mundos desconocidos y posibilidades infinitas,
a dejarme llevar por la noche y sus misterios,
a descubrir los secretos que guarda en su regazo.
La noche, cómplice de los amantes y los poetas,
me inspira a escribir versos bajo la luz de la luna,
a abrir mi corazón y expresar mis sentimientos,
a sentir la presencia de aquellos que ya no están,
a conectar con la eternidad que habita en su oscuridad.
Así, junto a la noche, me siento en comunión con el cosmos,
parte de su danza eterna y silente,
sumergido en el misterio y la grandeza de la existencia,
en esta noche eterna que nos envuelve a todos,
en esta danza cósmica que trasciende el tiempo y el espacio.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «LA MONTAÑA»
He venido hasta la montaña; aquí he explorado
tanta grandeza, tanta humildad serena,
unido al eterno ascenso que desafía la gravedad,
a su cima nevada que se eleva majestuosa,
y en cada roca y cada grieta encuentro la fortaleza.
La montaña, guardiana de los secretos del tiempo,
me invita a subir por sus senderos empinados,
a enfrentar los desafíos que me presenta,
a superar mis miedos y mis limitaciones,
a encontrar mi fuerza interior como el alpinista en su proeza.
En cada cumbre, encuentro un panorama sin igual,
una vista panorámica que abarca el horizonte,
me eleva hacia lo más alto, más cerca del cielo,
me hace sentir pequeño ante tanta grandeza,
pero también me llena de la inmensidad del universo.
La montaña, maestra de la paciencia y la perseverancia,
me enseña a caminar paso a paso, sin prisa,
a escuchar el eco de mis pensamientos en el silencio,
a encontrar la calma en medio de la tempestad,
a ser como la montaña, firme y serena en su grandeza.
Así, junto a la montaña, me siento en comunión con la naturaleza,
parte de su majestuosidad y su esencia eterna,
conectado con la tierra y el cielo que me rodea,
en este eterno ascenso que nos reta y nos inspira,
en esta danza cósmica que nos invita a trascender.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «EL BOSQUE»
He venido hasta el bosque; aquí he contemplado
tanta vida, tanta quietud escondida,
unido al eterno murmullo que susurra entre los árboles,
a su frondosidad sagrada que alberga mil secretos,
y en cada rincón y cada sombra encuentro la sabiduría.
El bosque, refugio de la naturaleza y sus misterios,
me envuelve en su abrazo verde y silencioso,
me invita a perderme entre sus senderos y caminos,
a escuchar el susurro del viento entre las hojas,
a encontrar la armonía en la simplicidad de la vida.
En cada árbol, encuentro una historia milenaria,
una memoria ancestral que ha sido testigo de los tiempos,
me conecta con la tierra y sus ciclos incesantes,
me enseña a respetar y valorar toda forma de vida,
a ser como el bosque, en equilibrio y armonía con el universo.
El bosque, santuario de paz y serenidad,
me inspira a reflexionar sobre mi propio ser,
a descubrir la esencia que habita en mi interior,
a encontrar la paz en medio del caos,
a ser como el bosque, enraizado y firme en su propósito.
Así, junto al bosque, me siento en comunión con la naturaleza,
parte de su biodiversidad y su belleza eterna,
conectado con cada hoja, cada rama y cada raíz,
en este eterno murmullo que nos susurra el misterio,
en esta danza cósmica que nos revela la magia de la vida.
Inspirado en poemas de Luis Feria – «EL CIELO»
He venido hasta el cielo; aquí he sentido
tanta inmensidad, tanta eternidad en vuelo,
unido al eterno firmamento que alberga galaxias y estrellas,
a su vastedad azul que se extiende infinita,
y en cada estrella y cada constelación encuentro la trascendencia.
El cielo, teatro de luces y maravillas celestiales,
me envuelve en su manto nocturno lleno de misterio,
me invita a alzar la mirada y perderme en su infinitud,
a contemplar la grandeza del universo y sus secretos,
a sentirme parte de algo más grande y eterno.
En cada estrella, encuentro una chispa de magia y esperanza,
una luz que brilla en la oscuridad de la noche,
me inspira a soñar y a imaginar mundos desconocidos,
a conectarme con el cosmos y sus misterios,
a ser como el cielo, siempre abierto a lo desconocido.
El cielo, espejo del alma y sus emociones,
me enseña a ser vulnerable y auténtico,
a expresar mis sentimientos y emociones,
a ser testigo del cambio constante del universo,
a ser como el cielo, eterno en su transformación.
Así, junto al cielo, me siento parte del infinito,
parte de su grandeza y su esplendor,
conectado con cada estrella y cada constelación,
en esta inmensidad que nos trasciende y nos inspira,
en esta danza cósmica que nos invita a ser eternos.