Poemas de Concha Méndez

Los poemas de Concha Méndez son una celebración del presente en movimiento, una exploración de emociones que nunca se detienen y una invitación a experimentar la vida en su plenitud. Su uso magistral de adjetivos en presente participio nos sumerge en un mundo donde el tiempo se expande en el instante, y las palabras se convierten en una danza de sensaciones y significados.

En sus poemas, Concha Méndez no solo describe, sino que también transmite emociones en constante movimiento. Sus palabras danzan en el papel, pintando cuadros mentales vívidos y llenos de energía. Los versos se convierten en una ventana a un mundo de sensaciones que se están desplegando en tiempo real.

En el mundo de la literatura, los poemas de Concha Méndez brillan como auténticas joyas literarias. Su estilo, caracterizado por la elegancia y la emotividad, cautiva a quienes se sumergen en sus versos. Concha, con su habilidad innata para jugar con las palabras, te sumerge en un viaje sensorial donde los sentimientos se entrelazan en el presente participio de sus versos.

Biografía de Concha Méndez

Concha Méndez, figura destacada del siglo XX, sigue inspirando con su vida marcada por la creatividad y la vanguardia. Nacida en España, se destacó por su espíritu innovador y su búsqueda incansable de nuevos horizontes. Desde joven, se sumerge en el mundo literario y artístico, irradiando pasión por el presente participio de la creación.

Forjando un Legado en la Literatura y el Feminismo

En su andar por la vida, Concha Méndez dejó huellas imborrables en la literatura y el feminismo. Como escritora, sus obras rebosan con un estilo cautivador y un enfoque contemporáneo. Participa activamente en el movimiento feminista, luchando por la igualdad y la voz de las mujeres en la sociedad, siempre impulsada por el deseo de transformar realidades.

Conexiones Efervescentes con las Grandes Mentes de su Época

Concha Méndez teje relaciones con las mentes más brillantes de su tiempo. Entabla diálogos efervescentes con poetas, artistas y pensadores, alimentando su propia creatividad y enriqueciendo su visión del mundo en constante cambio. Su círculo social se convierte en un caldo de cultivo para nuevas ideas y perspectivas.

Un Camino de Superación y Redescubrimiento

A lo largo de su vida, Concha Méndez enfrenta desafíos con valentía, transformando las adversidades en oportunidades de crecimiento. Viaja, experimenta, escribe y reinventa su identidad en un proceso de constante redescubrimiento. Su camino está lleno de momentos de aprendizaje y autodescubrimiento, modelados por el presente participio de su evolución.

Legado en Perpetuo Movimiento

Concha Méndez deja un legado en constante movimiento, una inspiración para aquellos que buscan romper barreras y abrazar el cambio. Su vida es un ejemplo vibrante de cómo la pasión por el presente y el deseo de crear pueden transformar vidas y trascender épocas. Su impacto perdura a medida que su influencia continúa fluyendo en las corrientes del tiempo.

Fallecimiento de la poeta Concha Méndez

Concha Méndez falleció el 19 de enero de 1986. A pesar de su partida, la memoria de Concha Méndez sigue transformando la percepción de la sociedad. Su contribución al movimiento feminista y su valiosa aportación a la literatura mantienen viva la conversación sobre la igualdad de género y la expresión artística. Cada recuerdo la mantiene presente, activa en la conciencia colectiva.

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7 poemas de Concha Méndez: Poesía de amor

Los poemas de amor de Concha Méndez son ventanas a la intimidad emocional. Sus adjetivos en presente participio revelan estados emocionales cambiantes, desde el deseo ardiente hasta la melancolía suave. Sus versos son confesiones íntimas que permiten al lector adentrarse en los recovecos del corazón.

A través de sus poemas de amor, Concha Méndez construye un legado de pasión y emotividad. Sus versos en presente participio trascienden las barreras del tiempo, conectando generaciones con el amor en todas sus manifestaciones. Cada palabra es un eco que sigue vibrando en el corazón humano.

Los poemas de amor de Concha Méndez son un río de emociones en constante movimiento. Sus versos, como latidos acelerados, capturan la intensidad de los sentimientos amorosos en presente participio. Cada palabra es un destello que ilumina la pasión que fluye en su interior.

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1. Medianoche

Medianoche.
Canción negra.
¡Y canta mi única estrella!…

¡Que rompan ese reloj
y quede a solas con ella!

2. Malva y rosa

De este sueño malva y rosa
que sueña el agua del río,
se van rosando en la tarde
las velas de mi navío.

De las lejanías vengo.
Cruzo frente al espigón.
Una canción marinera
se rosa en mi corazón…

Atardecer. En el Plata.
Sueño, frente a la ciudad.
Izadas llevo las velas,
velas de mi soledad…

Y se me van con el día
-no sé adonde se me irán-
las luces de mi alegría.

3. No es aire lo que respiro

No es aire lo que respiro,
que es hielo que me está helando
la sangre de mis sentidos.
Tierra que piso se me abre.
Cuanto miro se oscurece.
Mis ojos se abren al llanto
ya cuando el día amanece.

Y antes del amanecer,
abiertos miran al mundo
y no lo quieren creer…

4. Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo…

Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Se repartió mi alma para formar tu alma.
Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia
de días sin reposo y noches desveladas.

Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.
¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?
Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,
porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,
te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.

5. Sobre la blanca almohada…

Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.

Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.

Sínteis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.

Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
Y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.

6. Uno de esos instantes que se vive

Uno de esos instantes que se vive
no se sabe en qué mundo, ni en qué tiempo,
que no se siente el alma y que apenas
se siente el existir de nuestro cuerpo,
mi corazón oyó que lo llamaban
desde el umbral en niebla de algún sueño.

Para decirme su mensaje extraño,
aquella voz venía de tan lejos,
que más que voz de sueño parecía,
en su misterio gris, sombra de un eco.

Sentada estaba yo en aquel instante
en un muelle sillón de terciopelo.
Mis brazos se apoyaban en sus brazos
-¡qué desmayados los sentía luego!-
Después, atravesando los cristales
de un gran balcón que daba al ancho cielo,
una sombra vi entrar. Tal vez la tarde
al irse, entraba a verme… Yo eso creo…

7. Ven a mí que vas herido…

Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.

Tu retorno lo esperaba.
De un ángulo de mi vida
voz sin voz me lo anunciaba.

7 poemas de Concha Méndez: Poemas Emocionales

Los poemas emocionales de Concha Méndez son como un viaje al centro del corazón en constante movimiento. Sus versos, como pulsaciones intensas, capturan la complejidad de las emociones humanas en presente participio. Cada palabra es un reflejo de los sentimientos en evolución.

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1. La isla

Deslizándome en el agua
hasta la Isla he venido.
He vagado entre sus brisas.
Y por su costa he corrido.
Del mar salí llena de algas,
con el bañador ceñido.
Y tras andar por la Isla,
bajo un árbol he dormido.
¡Qué soledad suntuosa!
¡Qué espléndida soledad!
¡Y qué fatigosa vida
la vida de la ciudad!

2. Los brazos que te han llevado

Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.
Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.
Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!…
Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.
Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:
Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!
No faltará quien se alegre…
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere…
Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
—igual que siempre lo he estado…

3. Se mire donde se mire…

Se mire donde se mire,
nada se ve por la tierra,
que la luz ya no es la luz,
que es sombra negra y sin tregua
y por todos los caminos
la sangre hasta el pecho llega.
¿Por qué esta mezcla de sangres,
unas viejas y otras nuevas?
¿Qué necesitan los dioses
del Porvenir, que las mezclan?
Pienso que hay una razón,
y espero poder saberla.
Sólo una blanca esperanza
me hace vivir para ella.
Quiero creer todavía
que las sangres que se enfrentan
en esta dura batalla
de las almas y las venas
han de darnos una luz
que ha de romper las tinieblas.

4. Recuerdo de sombras

Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.
Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.
Sínteis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.
Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
Y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.

5. Si turbia la razón…

Si turbia la razón y roto el sueño
paso a ser una sombra entre mortales,
quede de mí la luz que ahora me guía
antes de ser mi sombra larga noche.
Quede de mí la angustia y el anhelo
y la risa y el llanto en esa espera.
Que algunos ojos para verme un día
se asomarán al mar donde me muevo.

6. Uno de esos instantes…

Uno de esos instantes que se vive
no se sabe en qué mundo, ni en qué tiempo,
que no se siente el alma y que apenas
se siente el existir de nuestro cuerpo,
mi corazón oyó que lo llamaban
desde el umbral en niebla de algún sueño.
Para decirme su mensaje extraño,
aquella voz venía de tan lejos,
que más que voz de sueño parecía,
en su misterio gris, sombra de un eco.
Sentada estaba yo en aquel instante
en un muelle silló de terciopelo.
Mis brazos se apoyaban en sus brazos
—¡qué desmayados los sentía luego!—
Después, atravesando los cristales
de un gran balcón que daba al ancho cielo,
una sombra vi entrar. Tal vez la tarde
al irse, entraba a verme… Yo eso creo…

7. Eran verdes como un mar

Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
—¡Qué bien sabían mirar!—
unos ojos que recuerdo.
En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.
Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!
Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos…, ¡tan lejos!

8. Me levanté hasta el sueño

Me levanté hasta el sueño. En busca iba
de no sentir la herida que abrasaba.
Las duras flechas del dolor hicieron
brotar en mí el clavel de nueva llaga.
Corriendo al par carrera con el viento
y perseguida por amante llama,
la vida es ciervo herido sin remedio,
que las flechas le dan veneno y alas.

9. En una tarde como tantas tardes

En una tarde, como tantas tardes,
y en un gran parque de ciudad lejana,
para evadirse del rumor ajeno
conmigo misma paseando estaba.
Era el frescor intenso, se veían
sobre los verdes las señales de agua,
agua primaveral que da a la tierra
cierta sensualidad que nos exalta.
En un remanso del florido parque,
junto a un banco de piedra verde y blanca,
un gran rosal lucía en la penumbra
—la tarde ese momento declinaba—.
Me senté a reposar y ancho perfume
sentí que en mis sentidos se adentraba.
y se me vino al alma extraña angustia.
El ala de un recuerdo aleteaba…
¡Ah, sí, ya. sé!… ¡Perfume de unas rosas!…
¡Otro país!… ¡El mío!… ¡Ya llegaba
a comprender por qué!…
¡Era en sus brazos
donde un perfume igual yo respiraba!

10. De que trigal malherido

¿De qué trigal malherido
te fueron a levantar,
mi pobre ángel caído?
¿Acaso era tu destino
ir tan lejos a acabarte
y por eso tanta prisa
tenías cuando marchaste?
¿Era la cita en Castilla
y esa noche castellana
para acogerte en sus brazos
a esa hora te esperaba?
¡Qué ajena estaba mi vida
a que tu vida marchaba
en un viaje de ida
sin más vuelta ni más nada!…

12 poemas de Concha Méndez: Versos

Los versos de Concha Méndez son un universo en constante movimiento. Cada palabra es como una estrella fugaz que ilumina el firmamento de la poesía. Sus versos, en presente participio, transmiten una sensación de fluidez y cambio constante.

versos

1. Balada

Agua pura corría
por el piano.
Dulcemente salía
del cauce de sus manos.
La nostalgia dormía.
Y dormía el Ocaso.
La Música bebía
el agua de su vaso.

2. Cómo galopa la sangre…

¡Cómo galopa la sangre!
¡Qué difícil detenerla
para que nos vaya al paso
cuando vive con tal fuerza!
Le he puesto duros bocados;
la he sujetado las riendas;
hay un viento que me puede
y la clava mil espuelas.
¡Yo no sé con este empuje,
yo no sé a dónde me lleva!

3. Madrigal

Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.
Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.
Tu retorno lo esperaba.
De un ángulo de mi vida
voz sin voz me lo anunciaba.

4. Vine con el deseo de querer a las gentes…

Vine con el deseo de querer a las gentes
y me han ido secando mi raíz generosa.
Entre turbias lagunas bogar veo a la Vida.
Deja estelas de fango, al pasar, cada cosa…

Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo,
porque pude vencerme y vencer a deseo.
Pero no me he querido engañar inventándome
una imagen equívoca. Me forgé en cuanto veo…

No despierto a una hora que no traiga consigo,
en un sordo silencio, una queja enganchada.
Tiene el alma un oído que la escucha y la siente
y recibe esta queja con la pena doblada…

5. Deslizándome en el agua…

Deslizándome en el agua
hasta la Isla he venido.
He vagado entre sus brisas.
Y por su costa he corrido.

Del mar salí llena de algas,
con el bañador ceñido.
Y tras andar por la Isla,
bajo un árbol he dormido.

¡Qué soledad suntuosa!
¡Qué espléndida soledad!
¡Y qué fatigosa vida
la vida de la ciudad!

6. Alameda

Alameda:
guarda bien
mis siete años primeros.

Y los siete
posteriores.

Y el carrusel luminoso
de mis primeros amores.

Alameda;
que yo volveré algún día
a recoger los mejores
¿sueños? de la infancia mía.

7. Mi ventana

El viento
bate espadas de hielo.

-No abriré la ventana-

El viento
decapita luceros.

-No abriré la ventana-

El viento
lleva lenguas de fuego.

-No abriré la ventana-

En telegramas de sombra
que van llevando los vientos
se lee ya la Gran Noticia
que conmueve al Universo…

-Yo no abriré mi ventana-

8. Fantasmas de hielo y sombra…

Fantasmas de hielo y sombra
animados y sin alma
me cercan por todas partes
adondequiera que vaya.

Me cercan y me persiguen,
pero nunca me acobardan,
porque al hielo que me oponen,
les opongo fuego o llama.

Con ellos estoy en duelo,
en duelo que no se acaba.

9. En una tarde, como tantas tardes…

En una tarde, como tantas tardes,
y en un gran parque de ciudad lejana,
para evadirse del rumor ajeno
conmigo misma paseando estaba.

Era el frescor intenso, se veían
sobre los verdes las señales de agua,
agua primaveral que da a la tierra
cierta sensualidad que nos exalta.

En un remanso del florido parque,
junto a un banco de piedra verde y blanca,
un gran rosal lucía en la penumbra
-la tarde ese momento declinaba-.
Me senté a reposar y ancho perfume
sentí que en mis sentidos se adentraba.
y se me vino al alma extraña angustia.
El ala de un recuerdo aleteaba…
¡Ah, sí, ya. sé!… ¡Perfume de unas rosas!…
¡Otro país!… ¡El mío!… ¡Ya llegaba
a comprender por qué!…
¡Era en sus brazos
donde un perfume igual yo respiraba!

10. Automóvil

Automóvil
Una cantata de bocina.
Gusano de luz por la calle sombría.
Los ojos relucientes bajo la noche fría.
Reptil de la ciudad que raudo se desliza.