Poemas de Alejandra Pizarnik

Los poemas de Alejandra Pizarnik, cautivadores y profundos, revelan una mente inquieta y creativa. Sus versos, en constante búsqueda, exploran el laberinto de la emoción humana. A través de metáforas evocadoras y símbolos enigmáticos, sus composiciones logran transmitir el torbellino de sensaciones que habitan en el interior de cada ser.

Sus versos, danzando entre luces y sombras, son un reflejo de la lucha perpetua entre el dolor y la esperanza. Pizarnik despliega una destreza poética única, desentrañando los misterios del ser y desafiando las fronteras de la expresión. Su uso magistral del lenguaje la convierte en una maestra en la creación de imágenes visuales y emocionales que trascienden el tiempo y el espacio.

Los poemas de Pizarnik, en su búsqueda constante de identidad y significado, son como puentes entre lo mundano y lo trascendental. Su capacidad para transmitir la fragilidad de la existencia y la intensidad del sentir humano la convierten en una voz inmortal en la literatura contemporánea.

En sus letras, encontramos una profunda conexión con las emociones universales, un eco que resuena en los corazones de aquellos que se sumergen en sus versos. Los poemas de Alejandra Pizarnik nos invitan a adentrarnos en el laberinto de la psique humana, a través de palabras que son más que meras letras: son puertas a un mundo de introspección y reflexión.

Biografía de Alejandra Pizarnik: Explorando la Vida y la Palabra

La vida de Alejandra Pizarnik, nacida en 1936 en Argentina, está tejida con hilos de intensidad y pasión. Desde joven, te sumerges en el mundo literario y artístico, mostrando un interés temprano por las palabras y su poder. Tu curiosidad innata te lleva a estudiar letras y filosofía en la Universidad de Buenos Aires.

A medida que avanzas en tu trayectoria, te sumerges en la poesía y las letras con un ardor inquebrantable. Tu estilo, marcado por la introspección y la búsqueda de significado, comienza a tomar forma en tus primeros escritos. A lo largo de los años, te vas convirtiendo en una voz destacada en la escena literaria argentina, deslumbrando con tu enfoque único y tus exploraciones poéticas.

Las palabras se convierten en tus aliadas más fieles mientras luchas con la oscuridad interior y la búsqueda de identidad. Tu poesía, rica en simbolismo y emoción, se convierte en un reflejo de tus propias luchas y anhelos. A lo largo de tu vida, sigues explorando las profundidades de la existencia humana, dejando una marca indeleble en la literatura.

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Muerte de Alejandra Pizarnik

Trágicamente, en 1972, te despides de este mundo, dejando un legado de poesía que trasciende el tiempo y el espacio. Tu partida deja un vacío en la comunidad literaria, pero tus palabras perduran como un testimonio de tu valentía y pasión.

Hoy, tu biografía es una ventana a la vida de una autora apasionada y visionaria. Tu viaje de autorreflexión y exploración emocional continúa inspirando a generaciones posteriores, recordándonos la importancia de explorar nuestra propia humanidad a través de la palabra escrita.

7 Poemas de Alejandra Pizarnik: Poesía de Amor y desamor

Tus poemas de amor y desamor, Alejandra, son como un torbellino de emociones que envuelven al lector. En tus versos, estás explorando la pasión y el dolor de las relaciones humanas con una sinceridad conmovedora.

En los poemas de amor, te sumerges en la intensidad de los sentimientos, pintando cuadros emocionales con tus palabras. Estás capturando el éxtasis y la belleza de estar enamorado, creando un mundo de emociones vibrantes y conexiones profundas.

Por otro lado, en tus poemas de desamor, enfrentas la realidad de las rupturas y las heridas del corazón. Expresas el dolor de la pérdida y la sensación de vacío que deja el adiós. Tus versos destilan melancolía y desesperanza, transmitiendo el duelo que acompaña a la separación.

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1. DÍAS CONTRA EL ENSUEÑO

No querer blancos rodando
en planta movible.
No querer voces robando
semillosas arqueada aéreas.
No querer vivir mil oxígenos
nimias cruzadas al cielo.
No querer trasladar mi curva
sin encerar la hoja actual.
No querer vencer al imán
la alpargata se deshilacha.
No querer tocar abstractos
llegar a mi último pelo marrón.
No querer vencer colas blandas
los árboles sitúan las hojas.
No querer traer sin caos
portátiles vocablos.

2. Despedida

Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña

3. La palabra que sana

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

4. La última inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir

Pero arremete, ¡viajera!

4. Madrugada

Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

5. El miedo

En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

6. La noche

Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí,
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus estrellas.
Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.
Tal vez la noche es nada
y las conjeturas sobre ella nada
y los seres que la viven nada.
Tal vez las palabras sean lo único que existe
en el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos.
Pero la noche ha de conocer la miseria
que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.
Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas
Sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.
Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira
y grita que algo se fue para siempre
Alguna vez volveremos a ser

7. Amantes

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío

7 Poemas de Alejandra Pizarnik: Poesía de Angustia y Dolor

Los poemas de angustia y dolor, Alejandra, son como un eco de las profundidades de la psique humana. A través de tus versos, estás explorando las emociones más oscuras y dolorosas con una intensidad conmovedora.

En sus poemas de angustia, estás desentrañando los hilos de la ansiedad y el sufrimiento, creando una narrativa emocional que resuena en la sensibilidad del lector. Sus palabras capturan la sensación de estar atrapada en un torbellino de emociones abrumadoras, pintando imágenes vívidas de la angustia interna.

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1. El ausente

 I

La sangre quiere sentarse
Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.
Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si Dios
lo hubiera abandonado así?

 II

Sin ti
el sol cae como un muerto abandonado

Sin ti
me tomo en mis brazos
y me llevo a la vida
a mendigar fervor.

2. Ojos primitivos

En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no
forma figuras de terror y de gloria.
Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.
Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a
cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia
mi desconocida que soy, mi emigrante de sí.
Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras
que se aloja en mi respiración.

 Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta
(y que no haya más imágenes): el silencio de la comprensión,
el silencio del mero estar, en esto se van los
años, en esto se fue la bella alegría animal.

3. Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…

La noche sufre.

4. A la espera de la oscuridad

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos

5. Anillos de ceniza

A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

6. La enamorada

Ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

7. La carencia

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

13 Poemas de Alejandra Pizarnik: Poesia filosofica

Los poemas filosóficos, Alejandra, son como ventanas hacia las profundidades de la reflexión humana. A través de tus versos, estás inmersa en la búsqueda incesante de significado y en la exploración de cuestiones existenciales con una curiosidad inagotable.

En sus poemas, te sumerges en la filosofía de la vida y la muerte, explorando la naturaleza efímera de la existencia y las preguntas sin respuesta que plagan la mente humana. Estás desafiando los límites del pensamiento convencional y cuestionando las verdades aceptadas.

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1. La última inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir

Pero arremete, ¡viajera!

2. El miedo

En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

3. Sombras de los días a venir

Mañana 
me vestirán con cenizas al alba, 
me llenarán la boca de flores, 
Aprenderé a dormir 
en la memoria de un muro, 
en la respiració 
de un animal que sueña.

4. Origen

Hay que salvar al viento
Los pájaros queman el viento
en los cabellos de la mujer solitaria
que regresa de la naturaleza
y teje tormentos
Hay que salvar al viento.

5. A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos

6. Salvación

Se fuga la isla 
Y la muchacha vuelve a escalar el viento 
y a descubrir la muerte del pájaro profeta 
Ahora 
es el fuego sometido 
Ahora 
es la carne 
la hoja 
la piedra 
perdidos en la fuente del tormento 
como el navegante en el horror de la civilación 
que purifica la caída de la noche 
Ahora 
la muchacha halla la máscara del infinito 
y rompe el muro de la poesía.

7. La Jaula

Afuera hay sol. 
No es más que un sol 
pero los hombres lo miran 
y después cantan. 

Yo no sé del sol. 
Yo sé la melodía del ángel 
y el sermón caliente 
del último viento. 
Sé gritar hasta el alba 
cuando la muerte se posa desnuda 
en mi sombra. 

Yo lloro debajo de mi nombre. 
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad 
bailan conmigo. 
Yo oculto clavos 
para escarnecer a mis sueños enfermos. 

Afuera hay sol. 
Yo me visto de cenizas. 

8. Noche

correr no sé donde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!
trenzas sujetan mi anochecer
de caspa y agua colonia
rosa quemada fósforo de cera
creación sincera en surco capilar
la noche desanuda su bagaje
de blancos y negros
tirar detener su devenir 

9. El despertar

a León Ostrov 

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
y se ha volado 
y mi corazón está loco 
porque aúlla a la muerte 
y sonríe detrás del viento 
a mis delirios 

Qué haré con el miedo 
Qué haré con el miedo 

Ya no baila la luz en mi sonrisa 
ni las estaciones queman palomas en mis ideas 
Mis manos se han desnudado 
y se han ido donde la muerte 
enseña a vivir a los muertos 

Señor 
El aire me castiga el ser 
Detrás del aire hay mounstros 
que beben de mi sangre 

Es el desastre 
Es la hora del vacío no vacío 
Es el instante de poner cerrojo a los labios 
oír a los condenados gritar 
contemplar a cada uno de mis nombres 
ahorcados en la nada. 

Señor 
Tengo veinte años 
También mis ojos tienen veinte años 
y sin embargo no dicen nada 

Señor 
He consumado mi vida en un instante 
La última inocencia estalló 
Ahora es nunca o jamás 
o simplemente fue 

¿Còmo no me suicido frente a un espejo 
y desaparezco para reaparecer en el mar 
donde un gran barco me esperaría 
con las luces encendidas? 

¿Cómo no me extraigo las venas 
y hago con ellas una escala 
para huir al otro lado de la noche? 

El principio ha dado a luz el final 
Todo continuará igual 
Las sonrisas gastadas 
El interés interesado 
Las preguntas de piedra en piedra 
Las gesticulaciones que remedan amor 
Todo continuará igual 

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo 
porque aún no les enseñaron 
que ya es demasiado tarde 

Señor 
Arroja los féretros de mi sangre 

Recuerdo mi niñez 
cuando yo era una anciana 
Las flores morían en mis manos 
porque la danza salvaje de la alegría 
les destruía el corazón 

Recuerdo las negras mañanas de sol 
cuando era niña 
es decir ayer 
es decir hace siglos 

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
y ha devorado mis esperanzas 

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
Qué haré con el miedo

9. Peregrinaje

a Elizabeth Azcona Cranwell 

Llamé, llamé como la náufraga dichosa 
a las olas verdugas 
que conocen el verdadero nombre 
de la muerte. 

He llamado al viento, 
le confié mi ser. 

Pero un pájaro muerto 
vuela hacia la desesperanza 
en medio de la música 
cuando brujas y flores 
cortan la mano de la bruma. 
Un pájaro muerto llamado azul. 

No es la soledad con alas, 
es el silencio de la prisionera, 
es la mudez de pájaros y viento, 
es el mundo enojado con mi risa 
o los guardianes del infierno 
rompiendo mis cartas. 

He llamado, he llamado. 
He llamado hacia nunca. 

10. Cenizas

La noche se astilló de estrellas 
mirándome alucinada 
el aire arroja odio 
embellecido su rostro 
con música. 

Pronto nos iremos 

Arcano sueño 
antepasado de mi sonrisa 
el mundo está demacrado 
y hay candado pero no llaves 
y hay pavor pero no lágrimas. 

¿Qué haré conmigo? 

Porque a Ti te debo lo que soy 

Pero no tengo mañana 

Porque a Ti te… 

La noche sufre. 

11. Anillo de Cenizas

Son mis voces cantando 
para que no canten ellos, 
los amordazados grismente en el alba, 
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia. 

Hay, en la espera, 
un rumor a lila rompiéndose. 
Y hay, cuando viene el día, 
una partición de sol en pequeños soles negros. 
Y cuando es de noche, siempre, 
una tribu de palabras mutiladas 
busca asilo en mi garganta 
para que no canten ellos, 
los funestos, los dueños del silencio. 

12. Cuarto solo

Si te atreves a sorprender 
la verdad de esta vieja pared; 
y sus fisuras, desgarraduras, 
formando rostros, esfinges, 
manos, clepsidras, 
seguramente vendrá 
una presencia para tu sed, 
probablemente partirá 
esta ausencia que te bebe. 

13. Formas

no sé si pájaro o jaula 
mano asesina 
o joven muerta jadeando en la gran garganta oscura 
o silenciosa 
pero tal vez oral como una fuente 
tal vez juglar 
o princesa en la torre más alta.