Poemas de Pedro Salinas

Los poemas de Pedro Salinas actúan como espejos del alma humana. A través de expresiones como «reflejando anhelos» y «revelando secretos», nos invita a explorar nuestras propias emociones y deseos. Su obra nos conecta con nuestra propia humanidad y nos inspira a contemplar nuestra existencia desde perspectivas nuevas.

Sumergiéndonos en el universo lírico de Pedro Salinas, nos encontramos con una obra que perdura en el tiempo, capturando las emociones y las experiencias humanas con una sensibilidad inigualable. Sus poemas, tejidos con palabras cuidadosamente seleccionadas, despiertan sentimientos profundos y vívidos en quienes los leen.

Pedro Salinas, maestro de las letras, nos regala versos que fluyen como ríos de emociones. Sus descripciones en presente participio, como «susurrando versos» o «acariciando el alma», dan vida a sus composiciones. Cada poema es un lienzo donde las palabras cobran vida y las emociones se vuelven tangibles.

Biografía de Pedro Salinas

Nacido en una España en transformación, Pedro Salinas creció absorbiendo los cambios culturales y sociales de su época. Estudiando y explorando el mundo, se encontraba constantemente absorbiendo conocimiento y madurando sus perspectivas.

Forjando su Camino en la Literatura

Desde temprana edad, Salinas demostró un talento innato para la escritura. A medida que avanzaba en su educación y carrera, desarrollaba una voz única y distintiva. Sus obras emergían mientras él mismo evolucionaba, capturando las vibraciones cambiantes de la sociedad y la psicología humana.

Un Vínculo con las Emociones

Salinas era maestro en plasmar las emociones humanas en palabras. Sus creaciones literarias fluían como ríos de sentimientos, capturando momentos efímeros y trascendentales por igual. Siempre estaba explorando nuevas formas de expresar las complejidades del corazón humano.

La Academia y Más Allá

Salinas no solo escribía, sino que también enseñaba y compartía su pasión por la literatura con otros. Sus habilidades docentes influyeron en generaciones de escritores y pensadores. Al mismo tiempo, él mismo continuaba aprendiendo y expandiendo sus horizontes intelectuales.

Romances y Relaciones

En su vida personal, Salinas experimentó amores y desamores que resonaron en su poesía. Sus relaciones influyeron en sus versos, llenándolos de matices y profundidades emocionales. Su capacidad para transformar experiencias personales en expresiones universales es notable.

Legado Duradero

Aunque Pedro Salinas ya no está físicamente entre nosotros, su legado perdura en sus escritos y en aquellos a quienes influenció. Sus obras siguen siendo fuentes de inspiración para los amantes de la literatura y las mentes inquietas. Su habilidad para capturar el espíritu de su tiempo y transmitirlo a través de las palabras lo convierte en un icono literario eterno.

Fallecimiento del poeta Pedro Salinas

El poeta Pedro Salinas falleció el 4 de diciembre de 1951. Aunque Pedro Salinas partió, su legado sigue siendo un faro para los amantes de la poesía. Sus versos siguen despertando emociones y sus ideas siguen resonando con la misma intensidad que cuando estuvo presente. Su habilidad para capturar la esencia de la existencia humana en palabras persiste a través del tiempo.

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7 poemas de Pedro Salinas: Poesía de Amor

Los poemas de amor de Salinas no se limitan a una sola tonalidad. En presente participio, están «pintando emociones» y «entrelazando sensaciones». Desde el éxtasis de la atracción hasta la nostalgia de la separación, cada matiz de la pasión es explorado con profundidad y destreza poética.

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1. Ayer te besé en los labios

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no…
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

2.- Pensarte es tenerte

¡Cómo me dejas que te piense!
Pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
como el desnudo cuerpo ante los besos,
toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
cómo te rindes al pensar ardiente,
tu gran consentimiento en la distancia,
y más que consentir, más que entregarte,
me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
recuerdos en escorzo, me haces señas
con las delicias, vivas, del pasado,
invitándome.
Me dices desde allá
que hagamos lo que quiero
-unirnos- al pensarte,
y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo solo.

2. Pensarte es tenerte

¡Cómo me dejas que te piense!
Pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
como el desnudo cuerpo ante los besos,
toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
cómo te rindes al pensar ardiente,
tu gran consentimiento en la distancia,
y más que consentir, más que entregarte,
me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
recuerdos en escorzo, me haces señas
con las delicias, vivas, del pasado,
invitándome.
Me dices desde allá
que hagamos lo que quiero
-unirnos- al pensarte,
y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo solo.

3. La voz a ti debida

Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

4. No rechaces los sueños por ser sueños

No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
”Yo soy el sol, los cielos, el amor.”
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.

5. Sin voz desnuda

Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.

Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
fría, invencible, eterna
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.

6. Underwood girls

Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco a blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota, i…

7. Luz de la noche

Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
prisa, trajes claros, risa
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
te sonríes al dormir
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.

10 Poemas de Pedro Salinas: Poemas Nostálgicos

Los poemas de nostalgia de Salinas son como ventanas que se abren al pasado. Sus versos en presente participio, «reviviendo momentos» y «tejiendo memorias», nos permiten asomarnos a las experiencias que quedaron atrás y capturan la belleza de lo que fue.

Cada poema es un viaje en el tiempo, guiándonos por los recuerdos que perduran. Salinas, con expresiones, «explora pasados» y «pintando retrospectivas», nos invita a sumergirnos en la corriente de la nostalgia y a reconectar con momentos que dejaron su huella en nuestra alma.

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1. Fe mía

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

2. RAZÓN DE AMOR

Si la voz se sintiera con los ojos
¡ay, cómo te vería!
Tu voz tiene una luz que me ilumina,
luz del oír.
Al hablar
se encienden los espacios del sonido,
se quiebra al silencio
la gran oscuridad que es. Tu palabra
tiene visos de albor, de aurora joven,
cada día, al venir a mí de nuevo.
Cuando afirmas,
un gozo cenital, un mediodía,
impera, ya sin arte de los ojos.
Noche no hay si me hablas por la noche.
Ni soledad, aquí solo en mi cuarto
si tu voz llega, tan sin cuerpo, leve.
Porque tu voz crea su cuerpo. Nacen
en el vacío espacio, innumerables,
las formas delicadas y posibles
del cuerpo de tu voz. Casi se engañan
los labios y los brazos que te buscan.
Y almas de labios, almas de los brazos,
buscan alrededor las, por tu voz
hechas nacer, divinas criaturas,
invento de tu hablar.
Y a la luz del oir, en ese ámbito
que los ojos no ven, todo radiante,
se besan por nosotros
los dos enamorados que no tienen
más día ni más noche
que tu voz estrellada, o que tu sol.

3. EL ALMA TENÍAS…

tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles…
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-,
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entrada tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.

4. ¿FUE COMO BESO O LLANTO?…

¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando, con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?

5. LA DISTRAÍDA

No estás ya aquí. Lo que veo
de ti, cuerpo, es sombra, engaño.
El alma tuya se fue
donde tú te irás mañana.
Aún esta tarde me ofrece
falsos rehenes, sonrisas
vagas, ademanes lentos,
un amor ya distraído.
Pero tu intención de ir
te llevó donde querías
lejos de aquí, donde estás
diciéndome:
«aquí estoy contigo, mira».
Y me señalas la ausencia.

6. EL AGUA QUE ESTÁ EN LA ALBERCA

El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.

7. SE PUEDE VIVIR EN NIDOS

Se puede vivir en nidos,
como las aves querrían.

Se puede vivir en pechos
como quieren
acabar las violetas
y los amores impares.

Se puede vivir en llamas,
cuando se quema un papel
y ya no quedan palabras
sino luz resplandeciente.

Se puede vivir, también,
a veces viven las vidas,
bajo los techos, en casas,
o en veletas, como el aire.

Pero nosotros vivimos
un día dicha sin nidos,
sin techos y sin veletas.
Viviéndola
en un color verde, en un
color verde sobre ruedas.

8. PREGUNTA MÁS ALLÁ

¿Por qué pregunto dónde estás,
si no estoy ciego.
si tú no estás ausente?
Si te veo
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire, impalpable.

Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
y abres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti
y me dices que mía.
Y te pregunto, siempre.

9. NO TE VEO. BIEN SÉ…

No te veo. Bien sé
que estás aquí, detrás
de una frágil pared
de ladrillos y cal, bien al alcance
de mi voz, si llamara.
Pero no llamaré.
Te llamaré mañana,
cuando, al no verte ya
me imagine que sigues
aquí cerca, a mi lado,
y que basta hoy la voz
que ayer no quise dar.
Mañana… cuando estés
allá detrás de una
frágil pared de vientos,
de cielos y de años.

10. AFÁN PARA NO SEPARARME DE TI

Afán para no separarme de ti,
por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,
aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.
Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives.

3 Poemas de Pedro Salinas: Poemas de Melancolía

Cada poema es un viaje en la penumbra emocional, explorando las sombras de la mente y el alma. Salinas, con expresiones, nos invita a sumergirnos en la corriente de la melancolía y a descubrir lo que yace en su profundo fondo.

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1. LARGO LAMENTO

¡Qué contenta estará el agua
mañana, cuando despierte
y se encuentre con su cauce,
los dos brazos que la llevan
estrechada a su destino,
entre orillas que se alegran!

¡Qué feliz será la luz,
mañana,
cuando se encuentre a los ojos,
que la apresan, y la emplean,
y sirve ya para ver!

¡Qué perfecto será el pájaro
cuando se encuentren sus alas,
y su cuerpo y los albores
del día, indeciso aún,
con un pio, con un cántico,
en la garganta dormido,
que dé voz a la mañana!

Pero el alma, dime, el alma
que al otro día de aquel
se encuentra ya sin más ojos,
sin más manos, sin más pies,
que los tristemente suyos,
que los solos,
dime. ¿En qué cauce, en qué luz,
en qué canto va a vivir
si ya no le queda más
que el cuerpo suyo a esa alma?

2. PRESENTE SIMPLE

Ni recuerdos ni presagios:
sólo presente, cantando.

Ni silencio, ni palabras:
tu voz, sólo, sólo, hablándome.

Ni manos ni labios:
tan solo dos cuerpos,
a lo lejos, separados.

Ni luz ni tiniebla,
ni ojos ni mirada:
visión, la visión del alma.

Y por fin, por fin,
ni goce ni pena,
ni cielo ni tierra,
ni arriba ni abajo,
ni vida ni muerte, nada
sólo el amor, sólo amando.

3. RESPUESTA A LA LUZ

Sí, sí, dijo el niño, sí.
Y nadie le preguntaba.
¿Qué le ofrecías, la noche,
tú, silencio, qué le dabas
para que él dijera a voces,
tanto sí, que sí, que sí?
Nadie le ofrecía nada.
Un gran mundo sin preguntas,
vacías las negras manos
-ámbitos de madrugada-,
alrededor enmudece.
Los síes -¡qué golpetazos
de querer en el silencio!-,
las últimas negativas
a la noche le quebraban.
Sí, sí a todo, a todo sí,
a la nada sí, por nada.

Allá por los horizontes
sin que nadie -el sólo: nadie-
la escuchara, sigilosa
de albor, rosa y brisa tierna,
iba la pregunta muda,
naciendo ya, la mañana.

4. LA DIFÍCIL

En los extremos estás
de ti, por ellos te busco.
Amarte: ¡qué ir y venir
a ti misma de ti misma!
Para dar contigo, cerca,
¡qué lejos habrá que ir!
Amor: distancias, vaivén
sin parar.

En medio del camino, nada.
No, tu voz no, tu silencio.
Redondo, terso, sin quiebra,
como aire, las preguntas
apenas le rizan,
como piedras, las preguntas
en el fondo se las guarda.
Superficie del silencio
y yo mirándome en ella.
Nada, tu silencio, sí.

O todo tu grito, sí.
Afilado en el callar,
acero, rayo, saeta,
rasgador, desgarrador,
¡qué exactitud repentina
rompiendo al mundo la entraña,
y el fondo del mundo arriba,
donde él llega, fugacísimo!
Todo, sí, tu grito, sí.

Pero tu voz no la quiero.