POEMAS DE LUIS DE GÓNGORA

Luis de Góngora, figura destacada del Siglo de Oro español, es uno de los poetas más influyentes y célebres de la literatura española. Su estilo barroco y su dominio de la lengua castellana han dejado una huella imborrable en la poesía. Los poemas de Góngora se caracterizan por su complejidad, uso de metáforas y recursos estilísticos, y su elegancia sin par. Su obra maestra, «Soledades», es un ejemplo magistral de su genialidad poética. A través de este compendio, exploraremos la riqueza literaria y el legado perdurable de un poeta cuyo talento sigue maravillando a los amantes de la poesía hasta nuestros días.

Inspirado en «Soledades» de Luis de Góngora

 

Entre las soledades del alma perdida,

donde los ecos del silencio resuenan,

se oculta la esencia, la vida escondida,

un bosque profundo, donde las sombras se trenzan.

 

Bajo el manto estrellado, el corazón suspira,

anhelando el encuentro con la esencia divina,

mientras las estrellas, en su danza infinita,

tejen hilos dorados, como hebras divinas.

 

En esta vasta noche, donde el tiempo se olvida,

entre susurros cósmicos, la mente se aviva,

y en cada verso nace, la poesía encendida,

que como luceros, en el firmamento brilla.

 

En las soledades, mi alma se enriquece,

tejiendo versos eternos, en cada anochecer,

un encuentro sagrado, donde el amor florece,

y la belleza del universo, puedo comprender.

Inspirado en "Soledades" de Luis de Góngora

 

Inspirado en «Fábula de Polifemo y Galatea» de Luis de Góngora

 

Entre las aguas del mar bravo y encendido,

donde los sueños de amor navegan sin temor,

se alza la historia del cíclope herido,

y la ninfa Galatea, que con dulce ardor.

 

Suspira por el amor imposible y prohibido,

pues el destino caprichoso los separó,

mas en el corazón, el amor ha florecido,

un lazo eterno, que la distancia no rompió.

 

En las olas danzantes, su mirada se encontró,

el cíclope, rendido ante su belleza divina,

y la ninfa, cautiva por el amor que brotó,

en el alma del gigante, su pasión genuina.

 

En la fábula eterna, dos almas se entrelazan,

desafiando al destino, su amor se enaltece,

como la luna y el sol, que en el cielo abrazan,

así, Polifemo y Galatea, en su amor crece.

 

Inspirado en «Canción de las figuras» de Luis de Góngora

 

En el lienzo del tiempo, las figuras danzan,

pintando con sus trazos, un ballet celestial,

una danza eterna, donde los sueños alcanzan,

la perfección sublime, del arte inmortal.

 

Las figuras se entrelazan, como en un ritual,

sus cuerpos dibujan, la pasión y el deseo,

un vaivén armonioso, que eleva el espíritu,

y en cada movimiento, se encuentra el anhelo.

 

El pintor del universo, con su pincel divino,

esculpe las figuras, con maestría suprema,

y en cada pincelada, un mensaje clandestino,

una historia oculta, que en el lienzo se esquema.

 

En la canción de las figuras, el tiempo se detiene,

y el alma, embriagada, en la danza se pierde,

un instante mágico, donde el mundo se mantiene,

y en la eternidad del arte, el corazón se pierde.

 

Inspirado en «Apolo y Dafne» de Luis de Góngora

 

En la selva escondida, Apolo persigue,

a la ninfa Dafne, belleza hechicera,

corre el dios del sol, su corazón intriga,

mas Dafne, en su huida, rechaza su espera.

 

La ninfa se transforma, en laurel que susurra,

sus hojas danzan, al viento con gracia serena,

Apolo, abraza el árbol, su pasión perdura,

en el laurel eterno, su amor se envenena.

 

El sol abraza al árbol, con rayos que acarician,

un amor imposible, que en el tiempo perdura,

el laurel es la huella, de una pasión que inicia,

Apolo y Dafne, en la naturaleza se aventura.

 

En cada hoja del laurel, la historia se repite,

el amor que transforma, en belleza eterna,

y en el corazón del dios, la pasión se escribe,

Apolo y Dafne, en su historia se gobierna.

 

Inspirado en «Romance de la luna, luna» de Luis de Góngora

 

La luna, en su danza, en el cielo se alza,

sus rayos plateados, tejiendo un manto de ensueño,

una luna llena, que en el corazón abraza,

y en su brillo suave, el alma se estremece.

 

En la noche callada, la luna es testigo,

de amores secretos, que al cielo se elevan,

en su romance eterno, el tiempo se hace amigo,

y en el susurro lunar, los corazones se envuelven.

 

La luna, confidente de sueños y secretos,

sus ojos brillantes, son espejos del alma,

y en cada noche estrellada, los deseos son completos,

bajo su luz mágica, el amor se proclama.

 

Romance de la luna, luna eterna y brillante,

testigo silente, de los sueños y esperanzas,

en el firmamento, su esencia es constante,

y en cada corazón, su luz nunca se cansa.

Inspirado en "Romance de la luna, luna" de Luis de Góngora

 

Inspirado en «Ángel querido» de Luis de Góngora

 

Ángel querido, mensajero celestial,

con alas doradas, en el cielo vuelas,

tu luz resplandece, en lo más astral,

y en el corazón humano, esperanzas anhelas.

 

Tus cantos armoniosos, llenan el aire,

un coro celeste, que al alma eleva,

protegiendo a los seres, con tu amor sincero,

y en cada oración, tu presencia se percibe.

 

Ángel querido, en las noches de estrellas,

guias el camino, de los perdidos corazones,

y en el mundo terrenal, lleno de querellas,

eres el bálsamo, que calma las emociones.

 

En tu presencia, los sueños se tejen,

como hilos dorados, en el telar del destino,

y en cada oración, las plegarias se elevan,

al cielo eterno, donde mora el divino.

 

Ángel querido, en tu vuelo celestial,

esparces tu luz, como guía en la oscuridad,

con tus alas protectoras, eres esencial,

y en el sendero humano, dejas tu huella de bondad.

 

Inspirado en «Oda a la toma de Larache» de Luis de Góngora

 

Oh, Larache valerosa, en la mar enardecida,

tu toma es un eco, de valientes guerreros,

que en la lucha feroz, su valentía decidida,

derrotaron al enemigo, con ímpetu verdadero.

 

En tus murallas altas, ondean banderas triunfales,

testigos mudos, de la gloria y la victoria,

y en cada paso firme, de los héroes inmortales,

la historia eterna, del valor se forja en la memoria.

 

Oh, Larache valerosa, tu nombre es leyenda,

en cada batalla, tu resistencia es encomiable,

y en el alma de aquellos, que en tu defensa ofrenda,

se guarda el honor, por siempre inolvidable.

 

La toma de Larache, en la eternidad perdura,

un canto épico, que la historia glorifica,

y en cada corazón noble, su esencia perdura,

pues en la lucha por la libertad, la humanidad se dignifica.

 

Inspirado en «Oda a la vida retirada» de Luis de Góngora

 

Oh, vida retirada, en la paz del retiro,

donde el bullicio del mundo, se vuelve silencio,

en la quietud serena, hallamos el suspiro,

y el corazón, en calma, encuentra su aliento.

 

En el regazo de la naturaleza, descansamos,

entre árboles antiguos, que guardan secretos,

y en el murmullo del río, nos reconectamos,

con la esencia del ser, donde hallamos refugio discreto.

 

Oh, vida retirada, en la sencillez reside,

la sabiduría, que el alma enriquece,

un oasis sereno, donde el espíritu decide,

encontrar la paz interior, que en el ruido perece.

 

En la vida retirada, la dicha se revela,

en la armonía con el mundo, y con uno mismo,

y en cada instante pausado, la vida se desvela,

como un poema eterno, que se escribe en el abismo.

 

Inspirado en «Soneto CLXVI» de Luis de Góngora

 

En el jardín del tiempo, la rosa florece,

sus pétalos de fuego, al sol se encienden,

un fulgor radiante, su belleza parece,

y en el corazón humano, su aroma se extiende.

 

El tiempo, implacable, sus hojas caen,

y la rosa, efímera, su esplendor regala,

un instante eterno, donde los sueños se trenzan,

y en cada verso, su esencia inmortal se escala.

 

En el soneto del tiempo, la rosa brilla,

como un sol dorado, en el lienzo del cielo,

y en cada rima perfecta, el alma se siente tranquila,

pues la rosa y el tiempo, crean un lazo eterno.

 

Soneto CLXVI, testigo de la rosa encendida,

donde la poesía, con el tiempo se entrelaza,

y en cada verso escrito, la belleza de la vida,

se refleja en la rosa, que en el corazón abraza.

Inspirado en "Soneto CLXVI" de Luis de Góngora

 

Inspirado en «Soneto CXXVIII» de Luis de Góngora

 

En el jardín de los versos, amor y tiempo se entrelazan,

sus hilos dorados, en la trama de la poesía se enredan,

el tiempo, fugaz, en sus alas las horas arrastran,

y el amor, eterno, en cada verso suspiros despierta.

 

El tiempo, implacable, sus huellas en la piel traza,

y en las letras escritas, el amor se eterniza,

un soneto enamorado, donde el alma se abraza,

y en cada palabra, la pasión se maximiza.

 

Soneto CXXVIII, testigo del amor peregrino,

donde el tiempo se detiene, en cada rima entrelazada,

y en el lienzo de la poesía, los sentimientos dibujan fino,

amor y tiempo, en este verso, se vuelven almas hermanadas.

 

En el jardín de los sonetos, la esencia del amor perdura,

y el tiempo, en su danza, el amor y la poesía exalta,

Soneto CXXVIII, en el corazón perdura,

la unión del tiempo y el amor, en esta oda celestial.

 

Inspirado en «Soneto XXIII» de Luis de Góngora

 

En el soneto XXIII, la luna se asoma,

sus rayos plateados, iluminan el papel,

una danza en versos, donde el alma se asoma,

y en cada palabra, el sentimiento es fiel.

 

La luna, testigo mudo, de amores escondidos,

susurra secretos, a las estrellas en el cielo,

y en cada verso escrito, los sueños se han tejido,

como hilos de plata, en un telar etéreo.

 

Soneto XXIII, reflejo de la noche serena,

donde el corazón, suspiros despliega,

y en la tinta negra, la pasión se enardece,

como un fuego eterno, en la poesía se integra.

 

La luna y el soneto, en su danza se entrelazan,

un romance eterno, donde el alma se proclama,

Soneto XXIII, en la memoria perdura,

un canto de amor, que en la noche se derrama.

 

Inspirado en «Soneto LIII» de Luis de Góngora

 

En el soneto LIII, la primavera se despierta,

sus flores coloridas, al viento danzan,

una sinfonía de colores, donde el alma acierta,

y en cada estrofa escrita, la naturaleza alcanza.

 

La primavera, radiante, en su esplendor se alza,

pintando paisajes, con su pincel divino,

y en el corazón humano, su magia abraza,

como un lienzo vivo, donde el amor se define.

 

Soneto LIII, melodía de la estación florida,

donde el tiempo se detiene, en cada verso escondido,

y en la pluma del poeta, la primavera se transmite,

como un eco eterno, en el corazón esparcido.

 

La primavera y el soneto, en armonía se encuentran,

un poema vivo, donde el alma se expande,

Soneto LIII, en la memoria se enriquece,

un canto de la primavera, que en el tiempo se expande.

 

Inspirado en «Oda a la gineta» de Luis de Góngora

 

En la oda a la gineta, la jinete galopa,

por llanuras doradas, al viento se encomienda,

un encuentro sublime, donde el alma se aloja,

y en cada paso firme, la libertad se entiende.

 

La gineta, en su gracia, enaltece la montura,

un baile armonioso, que el corazón emociona,

y en la destreza del jinete, el alma se procura,

un viaje en el tiempo, donde la esencia se entona.

 

Oda a la gineta, oda al arte ecuestre,

donde la conexión con el caballo se eleva,

y en cada movimiento, la unión se establece,

como un abrazo sincero, en la naturaleza viva.

 

La gineta y el jinete, en su danza se encuentran,

un tándem perfecto, que la admiración reclama,

Oda a la gineta, en la memoria se centra,

un canto a la equitación, donde el corazón proclama.

 

Inspirado en "Oda a la gineta" de Luis de Góngora

Inspirado en «Fábula de Clori y Fileno» de Luis de Góngora

 

En la fábula de Clori y Fileno, dos almas se encuentran,

como el sol y la luna, en el cielo se enlazan,

una historia de amor, donde el corazón se adentra,

y en cada verso escrito, la pasión se abraza.

 

Clori, en su esencia, resplandece con hermosura,

como un arcoíris, que al cielo ilumina,

y en el corazón de Fileno, su amor perdura,

como una melodía, que en la memoria fascina.

 

En la fábula de Clori y Fileno, el destino se teje,

como un tapiz eterno, donde el tiempo se revela,

y en cada palabra, la pasión se protege,

como un tesoro valioso, en la caja del alma se sella.

 

Fábula de Clori y Fileno, en la historia se inscribe,

como un relato eterno, que el amor perpetua,

una oda a la pasión, que en el corazón vive,

como un fuego sagrado, que en los versos se actua.

 

Inspirado en «Égloga a Claudio» de Luis de Góngora

 

En la égloga a Claudio, el pastor sueña,

con un mundo idílico, de paz y armonía,

un paraíso en la naturaleza serena,

donde los corazones encuentran su sinfonía.

 

Claudio, en su canto, la belleza entona,

como un ruiseñor, en el bosque escondido,

y en cada verso escrito, el alma se emociona,

como un río sereno, en el paisaje extendido.

 

En la égloga a Claudio, la poesía se entrelaza,

con la esencia del campo, en cada estrofa dibujada,

y en la pluma del pastor, la vida se abraza,

como un canto eterno, en la memoria grabada.

 

Égloga a Claudio, oda a la naturaleza,

donde el corazón y el campo se encuentran,

y en cada palabra, la pasión se expresa,

como un eco eterno, donde el alma se adentra.

 

 

Inspirado en «Las firmezas de Isabela» de Luis de Góngora

 

En las firmezas de Isabela, la fortaleza se alza,

como una torre imponente, que desafía el viento,

un espíritu valiente, donde el alma se enlaza,

y en cada paso decidido, encuentra su aliento.

 

Isabela, en su temple, su corazón sostiene,

como una espada afilada, que el destino encara,

y en la determinación, su esencia se define,

como una estrella brillante, en la noche clara.

 

En las firmezas de Isabela, la valentía resplandece,

como un faro en la tormenta, que guía el camino,

y en cada palabra escrita, el coraje enaltece,

como un escudo impenetrable, que protege el destino.

 

Las firmezas de Isabela, en la historia se graban,

como un legado eterno, que el alma impulsa,

una oda a la fuerza, que en el tiempo se salvan,

como un eco de coraje, que en los versos se difusa.

Inspirado en "Las firmezas de Isabela" de Luis de Góngora

Inspirado en «Ángel querido» de Luis de Góngora

 

Ángel querido, en la vastedad celeste,

bajo tus alas blancas, la esperanza revive,

un ser divino, donde la fe se manifieste,

y en cada oración, al alma se le avive.

 

En el firmamento infinito, tu luz guía,

como una estrella brillante, en la noche oscura,

y en cada plegaria, el alma confía,

en tu protección, eterna y segura.

 

Ángel querido, en tu presencia, la paz se halla,

como un abrazo cálido, que el corazón acaricia,

y en cada rincón del mundo, tu esencia estalla,

como un rayo de esperanza, que a la vida propicia.

 

Ángel querido, mensajero celestial,

en tus alas de amor, el alma se sumerge,

un guardián eterno, que en el cielo esencial,

nuestra guía y consuelo, hasta el final de los siglos perdure.

 

Inspirado en «Oda a la vida retirada» de Luis de Góngora

 

En la oda a la vida retirada, la serenidad se adentra,

como un lago tranquilo, donde el alma descansa,

un refugio apacible, donde el corazón enfrenta,

la vorágine del mundo, y en la paz se alcanza.

 

Vida retirada, en la sencillez escondida,

como un rincón sagrado, que al espíritu acoge,

y en la calma de la naturaleza compartida,

el alma encuentra su descanso, en este derroche.

 

En la oda a la vida retirada, el tiempo se detiene,

como un instante eterno, donde el presente perdura,

y en cada palabra, la esencia se contiene,

como un susurro suave, que al corazón cura.

 

Oda a la vida retirada, en la memoria perdura,

como un canto a la paz, que el alma ilumina,

un anhelo profundo, que en el corazón se enlaza,

en este rincón sereno, la vida se define.

Inspirado en "Oda a la vida retirada" de Luis de Góngora

Inspirado en «Canción de las figuras» de Luis de Góngora

 

En la canción de las figuras, el arte florece,

como un lienzo de colores, la creatividad se expande,

un sinfín de formas, donde el alma enriquece,

y en cada trazo, la esencia del mundo se comprende.

 

Las figuras se entrelazan, como un baile divino,

sus cuerpos se funden, en una danza armoniosa,

y en cada movimiento, la belleza se define,

como un suspiro estético, que al corazón reposa.

 

En la canción de las figuras, el tiempo se desvanece,

como un instante mágico, donde la vida se concentra,

y en cada expresión artística, la pasión resplandece,

como un fuego sagrado, en el alma se altera.

 

Canción de las figuras, oda al arte sublime,

donde el corazón y el pincel se sincronizan,

y en cada trazo y línea, la esencia se redime,

como una sinfonía visual, que al alma armoniza.

 

Inspirado en «Soneto XII» de Luis de Góngora

 

En el soneto XII, la belleza se proclama,

como una rosa en flor, en el jardín se muestra,

un instante efímero, donde el alma se reclama,

y en cada verso escrito, la admiración se adiestra.

 

La belleza se manifiesta, como un lucero en la noche,

su luz resplandece, como un faro en el horizonte,

y en el corazón del poeta, su encanto se derroche,

como un fuego eterno, en el tiempo se confronte.

 

En el soneto XII, la poesía se dibuja,

como un retrato exquisito, que al alma conquista,

y en cada palabra escrita, el sentimiento se insinúa,

como una melodía, en el corazón persista.

 

Soneto XII, testigo de la belleza sublime,

donde el tiempo se suspende, en cada estrofa escondida,

un canto a la perfección, que en el alma redime,

como una obra maestra, en la memoria retenida.

 

Inspirado en «Fábula de Polifemo y Galatea» de Luis de Góngora

 

En la fábula de Polifemo y Galatea, un amor prohibido,

se entrelaza entre la fuerza y la gracia, el deseo y el rechazo,

dos mundos opuestos, donde el destino los ha unido,

y en cada gesto y palabra, el drama del amor se abrazo.

 

Polifemo, el gigante herido, suspira por la hermosa Galatea,

sus ojos, como luceros, en la oscuridad la buscan,

mas ella, en su huida, rechaza su pasión fea,

como un ángel en el cielo, sus alas blancas la saludan.

 

En la fábula de Polifemo y Galatea, dos almas enfrentadas,

se desvela la dualidad del amor, donde la razón y la pasión chocan,

y en el corazón del gigante, el dolor y la pasión se amalgaman,

como un poema trágico, donde los sentimientos brotan.

 

Fábula de Polifemo y Galatea, un romance imposible y bello,

donde el corazón del poeta se viste de tragedia y anhelo,

un canto a la intensidad del amor, donde el alma es sello,

como un eco eterno, en la historia del tiempo se desenvuello.