Los poemas de Leopoldo Panero, revelan una mirada aguda y contemplativa. Sus palabras, destiladas en el crisol de la pasión, nos sumergen en un torrente de sentimientos encontrados. Las emociones, latiendo en presente participio, fluyen como ríos de tinta que abrazan tus pensamientos.
Al explorar su obra, te sumerges en un mar de emociones palpables. Las metáforas danzan en sus versos, atrapando la esencia de lo efímero. Los amores inalcanzables se vuelven presentes, mientras las nostalgias entrelazadas en los versos te envuelven como un abrazo melancólico.
Los poemas de Leopoldo Panero se convierten en espejos de la complejidad humana. En su poesía, las dudas persistentes, los anhelos ardientes y las incertidumbres incesantes adquieren vida. Los tormentos y alegrías que yacen en el corazón humano son capturados en los delicados matices de su lenguaje poético.
Biografía de Leopoldo Panero
Sumérgete en la vida apasionante de Leopoldo Panero, un poeta cuya existencia se despliega en una serie de etapas en constante evolución. Desde sus inicios hasta su legado duradero, tú descubrirás los matices de un individuo cuya pasión por la poesía lo llevó a cruzar fronteras emocionales y literarias.
Infancia y Juventud en Transformación
Nacido en 1909, Leopoldo Panero se desenvuelve en una infancia donde los cimientos de su amor por las letras empiezan a germinar. Durante su juventud, cultivando sueños y aspiraciones, su vínculo con la poesía se afianza, abrazando la experimentación y la autodescubrimiento.
Explorando el Mundo de las Palabras
Con el tiempo, Leopoldo Panero comienza a labrar su camino en la esfera literaria. A través de las palabras en constante transformación, él teje su realidad y se erige como un poeta en constante búsqueda de la expresión más pura y genuina. Su espíritu innovador y su sed insaciable por la poesía lo llevan a explorar diversas formas y estilos.
Amores y Desafíos en Simbiosis
El viaje de Leopoldo Panero no está exento de amores y desafíos. En medio de las vicisitudes de la vida, su poesía cobra vida con matices de dolor y esperanza. A través de palabras enlazadas, refleja las turbulencias del alma y las alegrías fugaces, inmortalizando sus experiencias en el papel.
Un Legado Eterno en Creación
Conforme avanzan los años, Leopoldo Panero cultiva un legado que trasciende las limitaciones temporales. Sus obras, ricas en sentimientos y perspicacia, se convierten en una ventana a su mundo interior y a la condición humana en general. Tú, al explorar su biografía, te conectas con su proceso creativo en constante desarrollo.
Fallecimiento de Leopoldo Panero
La vida de Leopoldo Panero culmina en un momento de quietud, marcando el cierre de un capítulo lleno de versos en constante creación. Su trayectoria, llena de altibajos y emociones en efervescencia, llega a un punto de transición inevitable.
El Ocaso del Poeta en su Plenitud
En un acto que evoca tanto melancolía como gratitud, Leopoldo Panero se despide de este mundo en su plenitud creativa. Sus palabras, aún frescas y vivas, quedan suspendidas en el aire, perpetuando la intensidad del poeta en su momento final.
7 Poemas de Leopoldo Panero: Poesía de amor
Los poemas de amor de Leopoldo Panero capturan la fusión perpetua de emociones. Sus palabras, en presente participio, retratan el proceso continuo de enamoramiento, donde la intensidad de los sentimientos se funde con las palabras y crea un lazo entre el poeta y tú, lector.
A través de metáforas luminosas y arrebatadoras, Leopoldo Panero teje sus versos amorosos. Cada imagen en constante transformación se convierte en una ventana hacia el deseo y la devoción. Sus metáforas resplandecen como estrellas fugaces en el cielo de la pasión.
1. A mi madre
(reivindicación de una hermosura)
Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)
2. Dedicatoria
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
3. Diario de un seductor
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
4. Necrofilia
(prosa)
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
5. Nu(n)ca
Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto,
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde,
por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmín que
abandonaba feliz aquellos huesos.
Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba
lentamente dejando
salir de allí mi alma con su pedo.
Y esos cuatro seres aguardan ahora el resto
sanguinolento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas
para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.
«Narciso en el acorde último de las flautas» 1979
6. Página veinte
Esperando todos los días para que venga el cierzo
para que venga el ciervo
azul como el poema, como el gamo
que corre fugitivo sobre el poema
y que sea la nada mi último poema
baba de los labios para que el hombre muera
azul sobre la página
» victorieusment fuit le suicide beau» Mallarmé lo dijo
oh belleza húmeda del suicidio
única rosa, única flor
rosa cúbica de la página
para que el hombre descubra
que no es un hombre.
7. Paris sin el estereoscopio
recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su hija de casa y se oían los gritos y luego él tiró
sus muñecas al patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí estuvieron entre toda aquella basura
y las miramos que no se movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche y luego el portero
debió de recogerlas a la mañana siguiente algunas sin brazos las estuvimos mirando toda la tarde mientras
iban perdiendo forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego cuando me desperté a medianoche
pensé «ya no queda nadie para vigilarlas»
7 Poemas de Leopoldo Panero: Poesía Lírica
La poesía lírica de Leopoldo Panero es un crescendo de emociones, un flujo ininterrumpido de sentimientos que se entrelazan con las palabras. Sus versos, como notas musicales en constante evolución, te sumergen en un océano de sensaciones y reflexiones.
La poesía lírica de Leopoldo Panero es una ventana a lo subjetivo en constante progreso. A través de sus versos, exploras los matices de su mundo interior en constante transformación. Sus pensamientos y emociones, plasmados en palabras en presente participio, te envuelven en un diálogo íntimo.
1. Proyecto de un beso
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
Te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra.
Te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde.
Te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra.
Te mataré mañana cuando la luna salga,
y al salir de aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación.
Te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida.
Te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas.
Te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
2. Sueño de una noche de verano
Los hombres del Viet son tan hermosos cuando mueren.
El agua del río, lamiendo sus piernas, hacía más sexual
su ruina.
Luego vinieron las Grandes Lluvias, buscando
la vagina hambrienta de la selva, y todo lo
borraron.
Quedó sólo en los labios la sed e la batalla, para nada,
como baba que cae de la boca sin cerebro.
Hoy
que en el lecho sin árboles ni hojas
con tu lengua deshojas el árbol de mi sexo
y cae toda la noche el semen como lluvia
y cae toda la noche el semen como lluvia, dime
besando suavemente el túnel de mi ano
cueva de la anaconda que aún me marca
los ritmos de la vida, qué era, qué es
qué es un cadáver.
3. Un loco tocado de la maldición del cielo
Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una princesa.
4. Vaso
Hablamos para nada, con palabras que caen
y son viejas ya hoy, en la boca que sabe
que no hay nada en los ojos sino algo que cae
flores que se deshacen y pudren en la tumba
y canciones que avanzan por la sombra, tam-
baleantes mejor que un borracho
y caen en las aceras con el cráneo partido
y quizá entonces cante y diga algo el cerebro
ni grito ni silencio sino algún canto cierto
y estar aquí los dos, al amparo del Verbo
sin hablar nada ya, con las bocas cosidas
las dos al grito de aquel muerto
mientras caen las estatuas y de aquellas iglesias
el revoque es la lluvia fina pero segura
sobre ese suelo inmenso que bendicen cenizas
y caen también las cruces, y los nombres se borran
de amores que decían, y de hombres que no hubo
y de pronto, en el bar, tan solos, sí tan solos,
me asomo al pozo y veo, en la copa un rostro
grotesco de algún monstruo
que ni morir ya quiere, que es una cosa sólo
que se mira y no ve, como un hombre perdido
para siempre al fondo de los hombres
extranjero en el mundo, un extraño en su cuerpo
una interrogación tan sólo que se mira sin duda
con certeza, perdida al fondo de ese vaso.
5. A Francisco
Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
6. Blancanieves se despide de los siete enanos
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso
sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche,
las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
7. Dedicatoria
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
7 Poemas de Leopoldo Panero: Poesía Emocional
Los poemas emocionales de Leopoldo Panero son como ventanas abiertas al alma en pleno movimiento. Sus palabras en presente participio capturan las emociones mientras cobran vida en el papel. Cada línea es un latido que conecta directamente con tus propios sentimientos.
En sus versos, Leopoldo Panero evoca constantemente los sentimientos más profundos. A través de metáforas y descripciones en presente participio, te sumerges en su mundo emocional en constante cambio. Sus poemas son una invitación a explorar la paleta completa de la experiencia humana.
1. Deseo de ser piel roja
La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio. Deseo
de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta. )
2. El circo
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
3. El enmascarado
Oh, dónde estás Hombre Enmascarado
en qué galaxia tu nombre ha encallado
lucha, lucha contra el mal
porque la felicidad del hombre es la guerra
Hombre Enmascarado qué amenaza
se cierne sobre tus espaldas
mientras los hombres ríen de ti
oh, pobre Enmascarado de ti se ríen los hombres
qué culpa tiene el pigmeo, el elefante y el tigre
de que Occidente sea cruel
y sobre la cruz disparen
en la selva.
4. El lamento del vampiro
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
5. El noi del sucre
Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.
4. El baccarrá de la noche
¿Quién me engaña en la noche, y aúlla
pidiéndome que salga, que salga a la calle y camine,
y corra, y atraviese las calles como perro rabioso
las calles desiertas en que es siempre de noche,
buscando locamente el baccarrá en la noche?
¿Quién despierta, qué hembra mortal o pájaro para decirme
que aún vivo, que aún deseo, que tengo
todavía que imprimir una última dirección a mis ojos
para buscar el baccarrá en la noche?
¿Qué uñas escarban mi vejez, y qué mano que no perdona
tortura mi muñeca, conduciéndome
como a un lugar seguro, al baccarrá en la noche?
¿Qué mano de madre, qué oración susurran
luna tras luna los labios de la luna
gritando en medio de la calle a solas
descubriéndome en la acera, denunciando a todos
mi testamento secreto, mi pavor y mi miedo
sin descanso de encontrarme, no sé si hoy quizás,
tal vez mañana, jugando
ya para siempre al baccarrá en la noche?
5. Hembra
Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
6. Himno a Satán
Tú que eres tan sólo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente a la muerte:
tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
la razón de su vida;
yo que nací del excremento
te amo
y amo posar sobre tus manos delicadas mis heces.
Tu símbolo es el ciervo
y el mío la luna:
que caiga la lluvia sobre
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicidio, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rociaremos con vino, orina y sangre
las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.
7. Marqués de Sade
Murió en Sicilia, a la edad de veintisiete años¹
un nombre y la apariencia de un cuerpo
(sin alma en el cuerpo moría en juego rojo
espuma por la boca, húmedos sonidos
y una calavera presa entre las sábanas
el tema punzante resistiendo a la palabra
y expresado como silencio, como vacío en el texto
hinchazones, crepúsculos sobre la cama
mientras se desvanece el falo en una embriaguez de plomo.