Delmira Agustini, una de las más destacadas poetisas uruguayas, deslumbró al mundo literario con su obra exquisita y vanguardista. Su poesía, audaz y sensual, retrata la pasión y el deseo desde una perspectiva feminista única para su época. A través de versos profundos y emotivos, Agustini explora la complejidad del amor y la liberación de los tabúes sociales. Sus poemas, llenos de intensidad y rebeldía, despiertan los sentidos y desafían las convenciones establecidas. La poeta trasciende el tiempo con su estilo arrebatador y su lenguaje evocador, dejando una huella imborrable en la poesía hispanoamericana.
Inspirado en «El intruso» de Delmira Agustini
Inspirado en la quietud de la noche estrellada,
donde el alma se adentra en susurros,
un intruso se cuela en mi morada,
y en cada sombra, el corazón busca su rumbo.
Es un enigma que llega en el viento,
como un misterio que despierta la curiosidad,
cada secreto es un pensamiento,
y en cada pensamiento, el corazón siente la inmensidad.
El intruso en mi mente se aloja,
como una sombra que se arraiga en la conciencia,
cada latido es un eco que roza,
y en cada roce, el corazón encuentra su presencia.
Inspirado en «El libro blanco» de Delmira Agustini:
En el lienzo del libro blanco,
donde el alma dibuja sus versos,
cada palabra es un pincelazo franco,
y en cada pincelazo, el corazón se siente inmerso.
El libro blanco es un portal sin límites,
que abre las puertas a la imaginación,
cada línea es un mundo que habita,
y en cada mundo, el corazón encuentra su pasión.
Es un espacio donde los sueños se posan,
como mariposas en primavera,
cada inspiración es una rosa,
y en cada rosa, el corazón se siente en plenitud sincera.
Inspirado en «Extasis» de Delmira Agustini:
En el éxtasis de la emoción embriagadora,
donde el alma se sumerge en el deseo,
cada mirada es una danza seductora,
y en cada danza, el corazón se siente poseído.
El éxtasis es un torbellino apasionado,
que envuelve al ser en un vaivén de sensaciones,
cada latido es un verso entonado,
y en cada verso, el corazón siente sus vibraciones.
Es un vuelo sin destino en el firmamento,
como un ave que se eleva en libertad,
cada caricia es un suspiro lento,
y en cada suspiro, el corazón se siente en eternidad.
Inspirado en «Blanco y azul» de Delmira Agustini:
En el lienzo de la existencia, el blanco y el azul se entrelazan,
donde el alma navega entre la calma y la pasión,
cada matiz es un sentimiento que abraza,
y en cada abrazo, el corazón se siente en comunión.
El blanco como la pureza que se eleva,
azul como el mar que se extiende al infinito,
cada color es una esencia que se renueva,
y en cada renacimiento, el corazón se siente bendito.
Es la mezcla de dos mundos en armonía,
como un lienzo donde los opuestos se unen,
cada trazo es una sinfonía,
y en cada sinfonía, el corazón se siente en vuelo suspendido.
Las alas del deseo se tiñen de blanco y azul,
como mariposas que vuelan en el crepúsculo,
cada aleteo es un suspiro que fluctúa,
y en cada fluctuación, el corazón se siente arrebato y arrullo.
Inspirado en «La canción de la aurora» de Delmira Agustini:
En el despertar de la aurora dorada,
donde el alma se despierta en alabanza,
cada rayo de sol es una melodía entonada,
y en cada entonación, el corazón se siente en bonanza.
La canción de la aurora es un coro celestial,
que anuncia el renacer de la esperanza,
cada nota es un mensaje divinal,
y en cada mensaje, el corazón se siente en danza.
Es el despertar de la naturaleza en armonía,
como un poema que se escribe con luz,
cada verso es una sinfonía,
y en cada sinfonía, el corazón se siente en cruz.
Las flores del alba se abren en arpegios,
como versos que brotan del rocío,
cada estrofa es un verso en arrullos,
y en cada arrullo, el corazón se siente en el misterio del inicio.
Inspirado en «El cisne» de Delmira Agustini:
En la elegancia del cisne en el lago sereno,
donde el alma se sumerge en gracia y encanto,
cada movimiento es un vuelo ameno,
y en cada vuelo, el corazón se siente en canto.
El cisne navega sobre el espejo del agua,
como un sueño que se desliza en la realidad,
cada aleteo es una danza que embalsama,
y en cada embalsamamiento, el corazón siente su inmortalidad.
Es el símbolo de la belleza y pureza,
como un poema que fluye en la melancolía,
cada estrofa es una belleza que se expresa,
y en cada expresión, el corazón se siente en poesía.
El cisne blanco refleja el alma en su reflejo,
como un espejo de sueños y anhelos,
cada mirada es un encuentro en espejo,
y en cada espejo, el corazón se siente en vuelo.
Inspirado en «El fulgor» de Delmira Agustini
En el resplandor del alma encendida,
donde el corazón se viste de fuego,
cada destello es una llama atrevida,
y en cada llama, el alma se siente en juego.
El fulgor es un ardor que deslumbra,
como una estrella que brilla en el cielo,
cada centella es una pasión que zumba,
y en cada zumbido, el corazón se siente en desvelo.
Es un incendio de emociones desatadas,
como la hoguera que quema sin tregua,
cada chispa es una llama apasionada,
y en cada llama, el corazón se siente en entrega.
Es el reflejo del amor que resplandece,
como un faro que guía en la oscuridad,
cada luz es una pasión que acontece,
y en cada acontecer, el corazón se siente en plenitud.
Inspirado en «Nacimiento de Venus» de Delmira Agustini
En el nacimiento de Venus en el mar,
donde el alma se viste de belleza,
cada ola es una caricia de sal,
y en cada caricia, el corazón se siente en nobleza.
El nacimiento de Venus es un canto al amor,
como la diosa que emerge en la espuma,
cada danza es un éxtasis que encierra el fulgor,
y en cada fulgor, el corazón se siente en bruma.
Es el renacer del deseo y la pasión,
como una diosa que se alza con poder,
cada latido es un susurro en canción,
y en cada canción, el corazón se siente en querer.
Es el reflejo de la belleza eterna,
como una estampa que perdura en el arte,
cada trazo es una obra sempiterna,
y en cada obra, el corazón se siente en parte.
Inspirado en «Crepuscular» de Delmira Agustini
En el crepúsculo del día que se va,
donde el alma se sumerge en melancolía,
cada rayo de sol es una despedida que se da,
y en cada despedida, el corazón se siente en poesía.
Crepuscular es el instante de la transición,
como el encuentro entre la luz y la sombra,
cada atardecer es una danza en fusión,
y en cada fusión, el corazón se siente en obra.
Es el ocaso que tiñe el horizonte,
como un lienzo que se pinta con colores,
cada pincelada es una emoción que se monte,
y en cada montaje, el corazón se siente en ardores.
Es el adiós del día que se esconde,
como una melodía que se apaga en el viento,
cada nota es un recuerdo que responde,
y en cada respuesta, el corazón se siente en lamento.
Inspirado en «Las alas» de Delmira Agustini
En el vuelo de las alas que se despliegan,
donde el alma se libera y se eleva,
cada bata de plumas es un sueño que llega,
y en cada llegada, el corazón se siente en treva.
Las alas son el símbolo de la libertad,
como un pájaro que surca el firmamento,
cada aleteo es un salto a la eternidad,
y en cada eternidad, el corazón siente su aliento.
Es el anhelo del alma que busca su esencia,
como una mariposa que se despierta del capullo,
cada metamorfosis es una experiencia,
y en cada experiencia, el corazón se siente en arrullo.
Es el despertar del ser que anhela volar,
como un ángel que se desplaza en el espacio,
cada destello es un deseo por encontrar,
y en cada encuentro, el corazón se siente en abrazo.
Inspirado en «El éxtasis de miel» de Delmira Agustini
En el éxtasis de la miel que embriaga los sentidos,
donde el alma se sumerge en un dulce delirio,
cada gota de miel es un manantial de gemidos,
y en cada gemido, el corazón se siente en suspiro.
El éxtasis de miel es el néctar del amor,
como el elixir que se derrama en el deseo,
cada caricia es una danza de fervor,
y en cada fervor, el corazón se siente en mareo.
Es el sabor de la pasión que se desborda,
como un río que fluye sin freno,
cada remolino es una emoción que aborda,
y en cada abordaje, el corazón se siente en pleno.
Es la dulzura del alma que se desata,
como un perfume que inunda la memoria,
cada aroma es un sueño que desplaza,
y en cada desplazamiento, el corazón se siente en euforia.
Inspirado en «Preludio» de Delmira Agustini
En el preludio de la vida que se despliega,
donde el alma se prepara para el camino,
cada latido es una melodía que llega,
y en cada llegada, el corazón se siente en destino.
Preludio es el inicio de la sinfonía,
como el anuncio de una nueva estación,
cada acorde es una promesa que guía,
y en cada guía, el corazón se siente en pulsación.
Es el arranque de la danza que comienza,
como un ballet que se enreda en el aire,
cada paso es una emoción que se piensa,
y en cada pensamiento, el corazón se siente en ensueño.
Es la antesala del amor que florece,
como un capullo que despierta en primavera,
cada brote es una esperanza que merece,
y en cada merecimiento, el corazón se siente en quimera.
Inspirado en «Diosas» de Delmira Agustini
En el mundo de las diosas que habitan el firmamento,
donde el alma se asoma a la divinidad,
cada estrella es una diosa en su esplendor eterno,
y en cada esplendor, el corazón se siente en majestuosidad.
Diosas son las luminarias que guían nuestro camino,
como faros que destellan en la oscuridad,
cada luz es un destello de misterio y destino,
y en cada destino, el corazón se siente en verdad.
Son las diosas de la noche y del día,
como guardianas que velan por nuestro ser,
cada presencia es una fuerza que guía,
y en cada guía, el corazón se siente proteger.
Es el poder de la feminidad que se enaltece,
como un canto que resuena en el universo,
cada voz es un eco que permanece,
y en cada permanencia, el corazón se siente inmerso.
Inspirado en «Erotismo» de Delmira Agustini
En la esencia del erotismo que se enciende,
donde el alma se envuelve en pasión ardiente,
cada roce es un fuego que se prende,
y en cada prender, el corazón se siente ardiente.
El erotismo es la danza de los sentidos,
como una sinfonía que se entrelaza con la piel,
cada caricia es un verso compartido,
y en cada compartir, el corazón se siente en tropel.
Es el deseo que se despliega sin censura,
como un océano que se agita en la tempestad,
cada ola es una oda a la lujuria,
y en cada oda, el corazón se siente en libertad.
Es la pasión que embriaga el ser con desenfreno,
como una llama que arde sin control,
cada chispa es un anhelo en pleno,
y en cada anhelo, el corazón se siente en coloquio.
Inspirado en «Mariposas» de Delmira Agustini
En el vuelo de las mariposas en primavera,
donde el alma se contagia de ligereza,
cada ala es un suspiro que se libera,
y en cada liberación, el corazón se siente en belleza.
Mariposas son las emociones que revolotean,
como flores que despiertan con la aurora,
cada pétalo es un sentimiento que corretean,
y en cada correteo, el corazón se siente en euforia.
Es la metamorfosis del alma que florece,
como un renacer que se expande en el tiempo,
cada cambio es una esencia que engrandece,
y en cada engrandecimiento, el corazón se siente en movimiento.
Son las mariposas del alma que se posan,
como versos que se posan en el papel,
cada poema es una danza que armoniza y goza,
y en cada goce, el corazón se siente en su papel.
Inspirado en «Invocación» de Delmira Agustini
En la invocación de los sueños que anhelamos,
donde el alma busca su guía en lo divino,
cada oración es una esperanza que aclamamos,
y en cada aclamación, el corazón se siente en camino.
Invocación es la conexión con lo trascendente,
como un puente que une lo terrenal y lo espiritual,
cada plegaria es un encuentro elocuente,
y en cada encuentro, el corazón se siente en ritual.
Es el llamado del espíritu en su búsqueda,
como una luz que ilumina en la oscuridad,
cada llama es una verdad que reluce,
y en cada resplandor, el corazón se siente en claridad.
Es el rezo que eleva el alma a las alturas,
como un vuelo que se adentra en el cielo,
cada ala es un suspiro en la locura,
y en cada locura, el corazón se siente en desvelo.
Inspirado en «Íntima» de Delmira Agustini
En lo más íntimo del ser que se revela,
donde el alma se desnuda con temor y emoción,
cada confesión es una verdad que destella,
y en cada destello, el corazón se siente en comunión.
Íntima es la mirada que se adentra en el alma,
como un reflejo que se refugia en el espejo,
cada refugio es un encuentro que acalma,
y en cada calma, el corazón se siente en festejo.
Es el misterio que se desvela en el silencio,
como un susurro que se escucha en la noche,
cada secreto es un lazo en el enredo,
y en cada enredo, el corazón se siente en derroche.
Es el rincón sagrado del ser que se confía,
como un canto que se entona en lo oculto,
cada nota es un eco que se amplifica,
y en cada amplificación, el corazón se siente en impulso.
Inspirado en «La sed» de Delmira Agustini
En la sed del alma que anhela saciarse,
donde el corazón busca su alimento,
cada sorbo es un anhelo por hallarse,
y en cada hallazgo, el corazón se siente en contento.
La sed es el deseo que embriaga el ser,
como un río que fluye en la aridez del desierto,
cada gota es un suspiro que reverdecer,
y en cada reverdecer, el corazón se siente en concierto.
Es el anhelo del alma que busca su esencia,
como una planta que se nutre de la lluvia,
cada goteo es una melodía en presencia,
y en cada presencia, el corazón se siente en elevación.
Es la búsqueda del amor que se agiganta,
como un oasis en medio de la sequía,
cada encuentro es una danza que encanta,
y en cada encanto, el corazón se siente en sinfonía.
Inspirado en «Misterio» de Delmira Agustini
En el misterio que se oculta entre las sombras,
donde el alma se adentra en lo desconocido,
cada enigma es un susurro que asombra,
y en cada asombro, el corazón se siente cautivado.
Misterio es la incógnita que despierta la curiosidad,
como una llave que abre puertas al infinito,
cada puerta es un portal a la realidad,
y en cada realidad, el corazón se siente en apetito.
Es el enigma del universo que se expande,
como un cosmos en constante evolución,
cada estrella es una verdad que se comprende,
y en cada comprensión, el corazón se siente en revolución.
Es el enigma del amor que se desvela,
como un puzzle que se arma con pasión,
cada pieza es una conexión sincera,
y en cada conexión, el corazón se siente en comunión.
Inspirado en «El otro» de Delmira Agustini
En la búsqueda del otro que nos completa,
donde el alma anhela su complemento,
cada encuentro es una danza discreta,
y en cada danza, el corazón se siente en aliento.
El otro es el reflejo de nuestro ser,
como un espejo que nos muestra la verdad,
cada mirada es una forma de entender,
y en cada entendimiento, el corazón se siente en unidad.
Es el anhelo de la unión que nos perturba,
como un abrazo que enlaza dos almas,
cada caricia es una forma que se curva,
y en cada curvatura, el corazón se siente en calma.
Es la conexión de dos almas gemelas,
como dos mitades que se buscan para ser una,
cada paso es un encuentro sin secuela,
y en cada encuentro, el corazón se siente en luna.
Inspirado en «Serenidad» de Delmira Agustini
En la serenidad del alma en calma,
donde el corazón se sumerge en quietud,
cada instante es una melodía en palma,
y en cada palma, el corazón se siente en plenitud.
Serenidad es la paz que se irradia,
como una luz que ilumina en la oscuridad,
cada rayo es una bendición que se anuncia,
y en cada anuncio, el corazón se siente en claridad.
Es el remanso de paz que nos abraza,
como un abrigo en medio de la tormenta,
cada respiro es una pausa que enlaza,
y en cada enlace, el corazón se siente en contenta.
Es la tranquilidad que nos envuelve,
como una brisa que acaricia el rostro,
cada soplo es un alivio que resuelve,
y en cada resolución, el corazón se siente en gozo.